Río de Janeiro, (PL) El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, inicia hoy el último año de mandato en un escenario político aún más contaminado por las campañas electorales y sin haber anunciado si buscará la reelección en octubre.
El ex líder sindical llega aquí con resultados que están por debajo de sus promesas electorales y de las expectativas abiertas con su elección, pero muy superiores a los de cualquier gobierno brasileño anterior, en especial en beneficio de los sectores populares.
Sin embargo, las fuerzas opositoras, la derecha y la llamada gran prensa, empeñadas en debilitarlo para que no pueda concurrir a la reelección, o lo haga muy debilitado, resaltan los puntos negativos y buscan formas de criticar los resultados positivos.
Esta línea se puso de manifiesto en el 2004, con la amplificación de una crisis política iniciada por denuncias de corrupción en una empresa estatal y de uso de fondos no declarados en campañas electorales por el gobiernista Partido de los Trabajadores (PT).
El aprovechamiento oportunista que esas fuerzas hicieron de todas las posibilidades de ataque abiertas por la crisis debe incrementarse en la medida en que tome más fuerza la campaña electoral, que de hecho ya se inició en ese semestre de crisis.
Así, Lula, que era favorito en todas las encuestas para ser reelecto frente a todos los candidatos, ahora es segundo detrás del alcalde de Sao Paulo, José Serra, y su popularidad, aunque sigue siendo alta, bajó a 43 por ciento en el último sondeo publicado.
Los enemigos del gobernante pasan por alto que al asumir Lula el riesgo-país, que mide la confianza de los inversionistas y mientras más alto es peor, llegaba a mil 445 puntos y hoy está ligeramente por encima de 300.
El dólar se cotizaba a 3.54 reales y hoy está en torno de 2.30, mientras la inflación anual se proyectaba para 40 por ciento anual y debe cerrar el 2005 por debajo de seis por ciento, tras dos años en un dígito.
El comercio exterior viene batiendo récords mes a mes, con exportaciones en torno de 120 mil millones de dólares en el año y un saldo favorable de unos 44 mil millones, mientras la deuda externa alcanza su menor nivel desde 1996 (183 mil 151 millones de dólares).
Y debe haber cerrado el año en un nivel aún más bajo, por el pago anticipado de los 15 mil 500 millones de dólares adeudados al Fondo Monetario Internacional (FMI) que vencían en 2006 y 2007, decisión que se sumó a la de no renovar el acuerdo con ese organismo para el 2005.
No obstante esos avances, la política monetarista de elevados intereses y alto superávit primario ha determinado que el crecimiento económico esté por debajo de sus posibilidades, fundamentalmente por la retracción que esto implica en las inversiones.
En el campo externo han sido tres años de una política volcada hacia la integración latinoamericana y la cooperación Sur-Sur, en la que resaltan el robustecimiento del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la alianza estratégica establecida con Argentina y Venezuela.
También fue fundamental el esfuerzo de Brasil en la constitución de la Comunidad Sudamericana de Naciones, cuya primera cumbre acogió en octubre, después de otra en mayo entre mandatarios de esa región y del mundo árabe, primera entre ambas áreas del mundo.
Mención especial merece el G-20, constituido y liderado por Brasil junto a India y China y que ha sido fundamental para impedir que los países industrializados impongan sus posiciones en la Organización Mundial de Comercio (OMC).
En el terreno social, una Pesquisa por Muestra de Domicilios del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) constató que la miseria y la desigualdad disminuyeron de modo notable bajo este gobierno.
El muestreo, divulgado a fines de noviembre y que sólo abarcó hasta el 2004, arrojó mejorías en empleo, salarios, saneamiento básico, educación, electrificación y otros aspectos, en muchos de ellos con mejores resultados en dos años que en los ocho del gobierno anterior.
A la vez, un estudio de la Fundación Getulio Vargas (FGV), en base de los datos del IBGE, concluyó que la miseria bajó ocho por ciento en el 2004 y superó la reducción lograda en ocho años de gestión del ex presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).
En esto incide de manera decisiva el programa Bolsa Familia, que ya atiende a 8.7 millones de núcleos (unos 35 millones de personas) de bajos ingresos, a quienes se triplicó el monto de asistencia social que recibían.
También la creación de empleos. El IBGE comprobó que de 2003 a 2004 el mercado laboral absorbió 2.7 millones de nuevos trabajadores (3.8 millones según datos del gobierno al cierre del 2005), así como que el nivel de ocupación el año pasadl superó los registros desde 1996.
Además constató que los ingresos de los trabajadores se estabilizaron en el 2004, después de siete años seguidos de caída.
El Indice Gini, que mide el grado de desigualdad en la distribución de la renta, descendió de 0.563 en el 2002 -último año del gobierno anterior- a 0.547, su mejor nivel desde 1981.
Nada es sin embargo color de rosa, y un punto débil es la reforma agraria, en la cual las realizaciones distan mucho del compromiso de asentar 400 mil familias en sus tierras hasta fines del 2006, lo que según movimientos sociales es culpa de la política económica.