Los tentáculos de la delincuencia son cada vez más temerosos. Ese temor se refleja en todos los sectores de la sociedad, porque mucha gente ha sido víctima de acciones vandálicas.
En ocasiones, la autoridad se muestra por debajo de lo que deben ser sus niveles de actuación frente a este terrible mal. En los últimos años, República Dominicana ha sufrido un incremento record en cuanto al número de casos relacionados a actos delincuenciales, lo que se traduce en secuestros, atracos, asaltos, enfrentamientos a tiros, agresión física, con su secuela de muertos, heridos, desaparecidos, y daños a la
propiedad.
Bandas delincuenciales las hay que están provistas de armas más modernas y sofisticadas que la propia institución encargada de resguardar el orden público. Pero de la misma forma la delincuencia opera en sus desplazamientos con aparatos electrónicos mucho más sofisticados y modernos que la Policía.
El poder que da el mundo de las drogas en todas sus manifestaciones, pero en específico en lo que se refiere al narcotráfico, con todas sus manifestaciones en distintas áreas productivas, ha venido a constituir un poderosísimo aliado de las acciones delincuenciales.
Lo grave del caso es que la propia Policía ha apresado bandas en las que participan
miembros de la institución del orden, incluidos oficiales con funciones de comando, lo mismo que abogados cuya misión es diligenciar la puesta en libertad de bandoleros que son detenidos. El hecho de que un policía perciba un sueldo mísero de algunos 3 mil y tantos pesos no le da derecho a que se dedique a delinquir, pero mucho menos a proteger a vándalos por el hecho de que éstos le pagan "peaje" para que guarde silencio y se muestre siempre de "brazos caidos".
El combate a la delincuencia no puede quedarse en mera teoría, digamos que en
organización de seminarios, ocasionales operativos barriales de la Policía, retenes en calles y carreteras, charlas instructivas, etc. Tiene que ir más allá de esos hasta ahora simples ensayos.
La propia autoridad se ha dado cuenta que las deficiencias de nuestra Policía es algo que han sabido aprovechar los delincuentes, que en la práctica han sabido imponer sus dominios y mantener en zozobra a residentes en cuadras enteras de barrios.
Es un secreto a voces que las dotaciones de los destacamentos carecen del número requerido de agentes policiales para enfrentar a los vándalos. A esto se agrega que la Policía Nacional como institución llamada a salvaguardar la tranquilidad y la paz ciudadana carece de los instrumentos necesarios para cumplir su rol en la sociedad.
Los agentes policiales tienen que hacer su trabajo con serias limitaciones en lo que tiene que ver con el apoyo logístico, entiéndase vehículos en la cantidad necesaria y en buenas condiciones, aparatos de comunicación, etc.
Ejemplos tenemos a diario con querellas depositadas en los distintos destacamentos de la Policía a los que la institución no puede hacer frente y ni siquiera tener la posibilidad de resolver en un ciento por ciento.
Recientemente en un sector de clase media ubicado en las inmediaciones de la avenida República de Colombia se presentó una patrulla más de una hora después de reportarse un robo en casa habitada. Varios residentes le reclamaron al jefe de la patrulla, un oficial de menor rango, respecto a si era posible que la Policía incluyera el residencial en su patrullaje ordinaria, para así evitar o disminuir la ocurrencia de robos.
La respuesta del oficial fue que eso podría hacerse si los residentes en el lugar, o en su caso la junta de vecinos se responsabilizaba a comprar una motocicleta y un par de celulares y entregárselo al destacamento más próximo, y así los agentes daría cobertura de patrullaje en el sector.
No está demás decir que esto fue rechazado por los contertulios del oficial en ese momento.
En definitiva, el combate a la delincuencia es un asunto de todos. Pero tenemos que asegurar que nuestra Policía esté dotada de los requerimientos necesarios para poder enfrentar con éxito la acciones de los antisociales. Pero la prevención a ello sería lo ideal.