Para llegar a los cincuenta, los sesenta, setenta, ochenta o noventa años de edad, hay que sufrir mucho.
Quien no habla y escribe de política, béisbol, fútbol, farándula y chismes, es muy posible que lo escuchen y lean menos que a los casi ya desaparecidos diarios nacionales.
Porque el dominicano es así, todo lo ‘coge’ de ‘vaina’, no le importa quién se cayó ni quién se levantó, ni quién se sacó la lotto si no lo conoce y le puede pedir unos pesos ‘prestados’.
Pero lo cierto desde antaño es que debemos levantarnos ante cada caída, ante cada pecado, ante cada acción negativa, pues todos hemos pasado por altas y bajas.
Esto nos lleva a saber que la violencia no debe usarse ni siquiera cuando sabemos que alguien nos odia, adversa o discrimina, o que aportó para nuestras caídas o sufrimientos.
Para llegar a los cincuenta, los sesenta, setenta, ochenta o noventa años de edad, hay que sufrir mucho, soportar caídas, evitar pleitos y confrontaciones, reconocer el éxito de otros.
Hay que medirse igual a los demás., no juzgar sin pruebas, no ofender, atropellar ni injuriar a otros porque sean más ricos, altos, atléticos, apuestos o más blancos.
Es increíble que los opositores a un sistema, a un gobierno o a un presidente, lo critiquen todo. Que no vean UNA BUENA, que no aporten correcciones para mejorar lo que no se ha hecho bien.
En estos últimos días hemos visto colapsar el Metro de Santo Domingo con pérdidas para todos, y no solo para los que utilizan ese medio moderno y rápido de transporte público.
Y sin que se conozcan los motivos de tales paralizaciones, los opositores al actual gobierno ‘le entran como a la conga’, en vez de lamentar los problemas sufridos por los pasajeros, y de pedir investigaciones completas sobre los hechos.
Creo que esta forma de ‘politiquear’ es la que no deja que avancemos, sin retroceso alguno, en todos los renglones de la vida del país. Tenemos que aprender a amarnos y respetarnos más, a compartir los sufrimientos ajenos, los dolores de negros y blancos, los fracasos de todas las clases sociales y los ideales de todos los sectores.
Porque de la forma actual es cierto que avanzamos ‘algo’, aunque otros entiendan que retrocedemos.
Bailemos merengue, bachata y hip hop, vayamos a los estadios beisboleros, disfrutemos de nuestros platos favoritos junto a pobres y menos pobres, si queremos ver al país más alto que el pico que lleva el nombre de nuestro gran patricio Juan Pablo Duarte, sin caídas inesperadas, sin préstamos blandos y sin conductas inmorales que nos distancian de toda nobleza.
Noviembre de 2025.