Nuevos datos de la UIT revelan avances desiguales en acceso y calidad
Santo Domingo.-El mundo cerrará este año con 240 millones de personas más conectadas a internet. Una cifra que, a primera vista, parece un motivo de celebración, pero que esconde una realidad incómoda: la red avanza, sí, pero lo hace de manera profundamente desigual. Así lo advierte el nuevo informe “Hechos y cifras 2025” de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), presentado en Ginebra.
“En un mundo donde las tecnologías digitales son esenciales, todos deberían tener la oportunidad de beneficiarse de estar en línea”, recordó la secretaria general del organismo, Doreen Bogdan-Martin, al revelar las estadísticas que describen un progreso amplio, aunque muy irregular.
Hoy, unos 6000 millones de personas utilizan internet, equivalente a tres cuartas partes de la población mundial. Aun así, 2200 millones siguen fuera, atrapados en una brecha que no deja de evolucionar.
Respecto a lo anterior la UIT advierte que el desafío ya no se limita a conectar a quienes no tienen acceso: ahora importa la velocidad, la estabilidad, el costo y, sobre todo, las habilidades necesarias para desenvolverse en un entorno dominado por tecnologías cada vez más complejas, incluida la inteligencia artificial.
Por primera vez, la agencia incluyó estimaciones globales de suscripciones 5G, una tecnología que ya acumula 3000 millones de conexiones, un tercio de toda la banda ancha móvil del planeta. Las redes de quinta generación alcanzan al 55 % de la población mundial, pero ese avance no es homogéneo.
La diferencia es abismal: 84 % de la población en países de altos ingresos tiene acceso al 5G, frente a apenas 4 % en naciones pobres. La brecha también se refleja en el consumo: un usuario de un país rico utiliza ocho veces más datos que uno de un país de bajos ingresos. Con velocidades tan dispares, millones quedan “conectados solo en teoría”, atrapados en redes 3G o 4G que ya no soportan las exigencias del mundo digital actual.
El costo sigue siendo un muro difícil de escalar. Aunque los precios generales han bajado, el acceso a paquetes de datos continúa siendo inaccesible para casi 60 % de los países de ingresos bajos y medios. Y aun cuando pueden pagar la conexión, otro obstáculo aparece: la falta de habilidades digitales avanzadas.
Saber navegar o usar redes sociales ya no basta. Competencias como la seguridad en línea, la resolución de problemas técnicos o la creación de contenido avanzan con lentitud, creando una segunda capa de desigualdad menos visible, pero igual de profunda.
La brecha se observa también en el mapa social: el acceso alcanza 94 % en países ricos, pero cae a 23 % en los de ingresos bajos. Las mujeres siguen rezagadas (71 % conectadas frente a 77 % de los hombres) y el contraste entre campo y ciudad continúa marcado: 85 % de los habitantes urbanos usa internet, frente a 58 % en áreas rurales.
Los jóvenes, especialmente entre 15 y 24 años, siguen siendo los más conectados (82 %), aunque la mayoría de las personas desconectadas vive en países pobres, donde la exclusión digital se convierte en un problema estructural.
El informe concluye que alcanzar una “conectividad universal y significativa” requiere mucho más que cables y antenas: implica infraestructura robusta, precios accesibles y formación constante. Solo así, advierte la UIT, la tecnología podrá convertirse realmente en una herramienta de inclusión y no en otro factor de división. Con datos de la agencia IPS