Los cimientos de la democracia: libertad, respeto y no la sombra de la Guerra Civil.
MADRID.- En un acto solemne, donde el Rey Felipe VI le impuso la insignia del Toisón de Oro, el expresidente del Gobierno, Felipe González, puso sobre la mesa la asignatura pendiente de España: la convivencia. Con 83 años y una trayectoria que lo sitúa como testigo y protagonista de la historia reciente, González fue directo: la gran cuestión histórica española es, y siempre ha sido, "la de la convivencia entre los españoles".
Su discurso, pronunciado en el Palacio Real, recuperó la voz de su amigo Alfredo Pérez Rubalcaba, insistiendo en que la única forma de que España recupere prestigio es volviendo a la base de los valores esenciales: convivencia y libertad. El objetivo, subrayó, es que la nueva generación, "la España joven", sienta un "orgullo por ser hija de la democracia más que por ser nieta de la Guerra Civil". Un cambio de foco crucial, mirando hacia adelante y no hacia el rencor histórico.
Una mirada al futuro: El legado de Leonor
El expresidente quiso dirigir un mensaje claro a la Princesa Leonor, personificación de esa España joven que hereda el país. González le recordó que es "heredera de un legado que nos concierne a todos como sociedad" y se mostró seguro de que sabrá administrarlo a la altura de los tiempos que le tocará vivir.
El mundo que la Princesa tendrá enfrente será radicalmente distinto al actual, y su tarea será interpretarlo bien. Para ello, citó al poeta granadino Federico García Lorca: la memoria sirve, siempre que "se recuerda hacia mañana". Una advertencia sutil, pero potente, sobre el uso constructivo, y no divisorio, del pasado.
El reconocimiento a los artífices del consenso
González no olvidó el significado profundo del honor recibido, que compartió con la Reina Sofía y con los dos 'padres' vivos de la Constitución: Miquel Roca y Miguel Herrero. Recordó a los que ya no están, como Adolfo Suárez, y a otras figuras políticas clave, citando expresamente a Santiago Carrillo. El expresidente no dudó en reconocer al Rey Juan Carlos I por su papel, resaltando que "incluso antes del pacto constitucional renunció a cualquier forma de ejercicio absolutista de la jefatura del Estado". Sin ese esfuerzo colectivo, remarcó, "no habría sido posible la conquista pacífica de la democracia".
También hubo palabras sinceras para la Reina Sofía, a la que describió como "una mujer admirable que ha entregado toda su vida adulta a servir dignamente a España", y que por ello se ha ganado "para siempre el respeto y el afecto del pueblo español".
Los ‘padres’ y la base de la transición
Por su parte, los constituyentes Miquel Roca y Miguel Herrero se enfocaron en el valor irrenunciable de la Transición. Roca la definió como un "momento histórico en que la Corona y el pueblo soberano se asociaron" para sentar unas bases institucionales que siguen vigentes. La clave de aquel éxito, según el político catalán, fue la capacidad de "convertir la discrepancia en una expresión de libertad".
En la Transición, "hicimos de la palabra la vía del acuerdo y del consenso una exigencia", lo que permitió que el proyecto prosperara. Un recuerdo nítido de que el pacto es el músculo de la democracia, un mensaje tan pertinente hoy como lo fue hace décadas.
