INFOTEP celebra el Día del Larimar destacando su impacto en la formación y la economía local
Santo Domingo.- En las lomas azules de la Sierra de Bahoruco, donde el Larimar nace entre vetas de piedra y silencio, la Escuela Taller del INFOTEP ha ido labrando otro tipo de riqueza: la de los artesanos que aprenden a transformar esta gema única en piezas que viajan por el país y el mundo. Este 22 de noviembre, Día Nacional del Larimar, la institución repasó su aporte a una tradición que mezcla patrimonio, técnica y oportunidades reales para las comunidades del sur.


Desde su creación, la Escuela se ha convertido en un punto de encuentro entre jóvenes, maestros artesanos y emprendedores que buscan aprender un oficio con futuro. Allí, en Bahoruco–Ciénaga de Barahona, los talleres combinan la teoría con largas jornadas de práctica: diseños que se repiten hasta dominar la forma; piedras que pasan por manos cuidadosas para convertirse en colgantes, anillos o figuras talladas. No se trata solo de aprender a trabajar el Larimar, sino de interpretar su historia y su peso cultural.
Rafael Santos Badía, director general del INFOTEP, lo resume con una idea que repite con frecuencia en las visitas a la zona: el Larimar es más que una gema. “Es un patrimonio vivo”, afirma, convencido de que la formación es clave para que ese patrimonio no se quede encerrado en las minas ni dependa únicamente del azar del mercado. Según explica, cada artesano que se gradúa no solo mejora su propia vida: también fortalece el tejido económico de Barahona, impulsa pequeños negocios y abre paso a nuevas rutas creativas.


Los números acompañan ese discurso. Desde 2022, la Escuela ha formado a 645 artesanos y 427 joyeros en tres áreas centrales: lapidaria, diseño y elaboración de joyería, y orfebrería. Son cursos que han permitido a muchos participantes iniciar talleres propios, asociarse con emprendedores de la zona o integrarse a cadenas de valor que abastecen tiendas, ferias y mercados turísticos. En comunidades cercanas a la mina, la capacitación se traduce en ingresos más estables y en una relación más sostenible con el recurso natural.
Pero la Escuela también funciona como un pequeño museo vivo del Larimar. Entre clases, los instructores explican la historia geológica de la piedra, su descubrimiento en los años setenta y el proceso que la convirtió en un símbolo nacional. Para visitantes y estudiantes, este recorrido ayuda a comprender por qué la provincia se ha ido posicionando como destino cultural y artesanal, sumando valor al turismo que recorre Barahona en busca de experiencias distintas a las de sol y playa.
El compromiso del INFOTEP con este proyecto va más allá de las cifras. La institución insiste en que la formación técnica es una puerta abierta para elevar la calidad de vida y reforzar la identidad dominicana desde el oficio bien hecho. En la Sierra de Bahoruco, ese compromiso se siente en el sonido de las limas, en las manos que aprenden a pulir y en las historias que acompañan cada pieza de Larimar que nace de la Escuela. Aquí, el futuro se talla a golpe de paciencia, creatividad y trabajo comunitario.

