El despliegue de esas embarcaciones constituye una amenaza para la seguridad del país sudamericano.
Para someter a la obediencia, o para destruir lanchas rápidas que transportan drogas en el mar Caribe con destino final a Norteamérica, no se necesita un súper ejército compuesto por miles de efectivos.

Mucho menos disponer de un sofisticado portaaviones tripulado por más de 4 mil soldados, llevando consigo decenas de aviones de combate y un arsenal de armas de lo más avanzado en tiempos modernos.
Solo los incautos se podrán creer ese cuento. Otra situación se cuece en las alturas.
Además del portaaviones USS Gerald Ford, Estados Unidos tiene 15 buques de guerra desplegados cerca de las costas de Venezuela, a tiro de cualquier cosa para hacer blanco en lugares estratégicos de Caracas, solo separados por un parque nacional de la costa caribeña.
El despliegue de esas embarcaciones constituye una amenaza para la seguridad del país sudamericano. El presidente Donald Trump ha dicho que no descarta ninguna opción con respecto a una posible intervención en Venezuela.
Nicolás Maduro está en un mal momento. Hace más de un año se declaró ganador de unas elecciones que los resultados no le favorecieron. La oposición está dispersa y concita apoyo foráneo. Hasta de diálogar con quienes le amenazan está dispuesto el aún hombre fuerte de Caracas.
Por más que se diga, a Trump le sobran ganas en eso de ordenar una acción militar contra Venezuela. Pero, el mundo de hoy no es el mismo de décadas atrás, cuando las intervenciones en países del Tercer Mundo pasaban sin mayores complicaciones.
La complejidad en que se desenvuelve el narcotráfico, con todo el poder que involucra, no es para llegar al colmo de tener que mover el todopoderoso portaaviones USS Gerald R. Ford desde el mar Mediterráneo, en las proximidades del siempre álgido Medio Oriente, a las no tan apacibles aguas del mar Caribe, una travesía de miles de millas náuticas.
Organismos internacionales y hemisféricos, casos de Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA), no cuentan con la fuerza del poder decisorio para impedir una intervención militar de Estados Unidos no solo en Venezuela, sino en cualquier otro país de la región. A nivel mundial ha habido condenas por los ejercicios militares en esta región, en especial de Rusia y China, aliados de Maduro.
Un ataque a Venezuela por parte de tropas extranjeras nunca concitará el apoyo unánime de sus ciudadanos, tanto los que están dentro como los que están fuera de su territorio. Está en juego la soberanía y la honra de un país que ha demostrado a través de la historia que condena el avasallaje y la intromisión de las potencias en los asuntos internos de otros países. Por la defensa de la soberanía hay gente dispuesta a todo, hasta el final.
Haití no interesa, y no ha sido tomado en cuenta para que EEUU intervenga con tropas. Allí no hay nada. Pero en Venezuela hay muchos recursos naturales, petróleo en especial, y en grandes cantidades. Al extremo de que a ese país se le coloca entre los principales líderes mundiales en reservas petroleras.
