Quique Antún plantea que el Estado debe usarla con ética y visión social
El presidente del Partido Reformista Social Cristiano, Federico Quique Antún Batlle, defendió el papel de la publicidad estatal como un motor de cambio social. Según dijo, no se trata de simples anuncios, sino de una herramienta capaz de educar, orientar y despertar conciencia en tiempos donde los mensajes comerciales dominan el espacio público.
Antún sostuvo que, frente a una sociedad saturada de estímulos que invitan al consumo, el Estado tiene el deber de equilibrar la balanza con campañas que promuevan valores colectivos. Recordó que la publicidad privada busca vender, mientras que la estatal tiene la misión de mover conductas y reforzar principios que sostienen la vida en comunidad.
A su juicio, una campaña bien diseñada puede modificar hábitos tan cotidianos como usar el cinturón de seguridad, reducir el consumo de alcohol o respetar normas básicas de convivencia. Señaló que este tipo de mensajes funciona como un complemento de la educación formal, ya que llega a personas que no siempre tienen acceso a las aulas, y termina siendo un canal para democratizar conocimiento y cultura ciudadana.
El dirigente reformista también resaltó la importancia de la comunicación pública en momentos de emergencia. Recordó que en situaciones de salud, desastres naturales o amenazas colectivas, la rapidez y la claridad del mensaje pueden marcar la diferencia entre el caos y la prevención efectiva.
Sin embargo, advirtió que la publicidad estatal solo cumple su función si se maneja con ética, transparencia y rigor técnico. Subrayó que no puede caer en favoritismos ni usarse como herramienta partidista, porque pierde credibilidad y diluye su alcance.
Antún insistió en que el Estado debe apostar por campañas constantes, actualizadas y adaptadas a las plataformas digitales, sobre todo para conectar con las nuevas generaciones. Recalcó que un esfuerzo aislado capta miradas, pero la continuidad es lo que transforma hábitos y mentalidades.
Concluyó que la publicidad pública, bien usada, no es un gasto, sino una inversión que impulsa civismo y refuerza los pilares de una sociedad más consciente, solidaria y democrática.
