Una delegación gigante y gestos diplomáticos confirman la reorientación de la política exterior y comercial del país andino.
La toma de posesión del nuevo presidente boliviano, Rodrigo Paz, no fue solo un acto protocolario; fue la puesta en escena de un cambio geopolítico profundo. Una semana después de su juramentación, la magnitud de la delegación estadounidense que arribó a La Paz —más de 100 integrantes, encabezados por el subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, Christopher Landau— confirmó que el país andino amazónico ha marcado una línea de fractura con su pasado reciente, alineándose de lleno con la Casa Blanca.
El llamativo número de visitantes, junto con las entusiastas declaraciones de la embajada de Washington y los gestos del nuevo mandatario, señalan un giro irreversible en la política exterior y económica de Bolivia.
Tras el triunfo de la derecha en las elecciones generales de agosto y octubre, el gobierno de Paz alista una reorientación estratégica de su comercio, buscando en Estados Unidos a su socio prioritario.

La promesa de inversión
El interés de Washington no se hizo esperar. Altos ejecutivos de dos instituciones financieras clave confirmaron su disposición a explorar nuevas oportunidades. Ben Black, director ejecutivo de la Corporación Financiera estadounidense para el Desarrollo Internacional (DFC), y John Jovanovic, director del Banco de Exportación e Importación de ese país, dejaron clara la intención de canalizar inversiones en Bolivia que beneficien al sector privado de ambas naciones.
“Con la elección del presidente Paz, Estados Unidos y Bolivia están preparados para comenzar un nuevo capítulo en nuestra asociación a lo largo de 176 años”, enfatizó una nota institucional de la misión diplomática, celebrando el relanzamiento de una relación que había pasado por periodos de profunda tensión.
Landau, por su parte, anunció que este relanzamiento se traducirá en un impacto directo en el comercio, la inversión y el fortalecimiento de los lazos sociales y culturales.
Quiebre con el bloque bolivariano
La nueva hoja de ruta de Paz se diseñó antes incluso de la toma de mando. Tras su victoria comicial, el entonces presidente electo viajó a Washington para reunirse con el jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, gesto que anticipó la nueva dirección.
La victoria de la derecha liberal boliviana, facilitada por la división del bloque nacional popular en las urnas, ha tenido consecuencias diplomáticas inmediatas. Paz no solo se declaró centro-derechista, sino que procedió a distanciar a Bolivia de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), un bloque de clara vocación antiimperialista.
El gesto más notable fue la exclusión deliberada de los líderes de Cuba, Nicaragua y Venezuela de la ceremonia de juramentación, países que mantienen una política abiertamente independiente de Washington.
La respuesta del ALBA fue contundente. El bloque decidió suspender al gobierno boliviano, juramentado el 9 de noviembre, calificando su conducta de “antibolivariana, antilatinoamericana, proimperialista y colonialista”. Así, el realineamiento de Bolivia le ha costado su membresía en el bloque regional. Este texto incluye ddtos de Prensa Latina

