Shi Yongxin, destituido en julio, es formalmente acusado de malversación, soborno y abuso de poder.
Las autoridades chinas han dado un paso definitivo en el escándalo que envuelve al icónico Monasterio Shaolin: la detención formal de su exabad, Shi Yongxin. Este domingo, la Fiscalía Popular Municipal de Xinxiang, en la provincia de Henan, confirmó la medida, según reportó la agencia Xinhua.
Shi Yongxin, quien fuera la cara más visible y controversial del milenario santuario budista, es ahora sospechoso de graves delitos. La Fiscalía detalló que las acusaciones incluyen abuso de funciones, malversación de fondos y soborno, todos bajo la figura legal de funcionario no estatal.
El escándalo del ‘Monje Director Ejecutivo’
Shi Yongxin, cuyo nombre de nacimiento es Liu Yingcheng, nació en 1965 y se unió al monasterio en 1981. Su carrera fue meteórica, convirtiéndose en el 30.º abad del templo, mundialmente conocido por ser la cuna del kung-fu, en 1999. Sin embargo, su mandato terminó abruptamente en julio de este año, cuando fue destituido de su cargo.
Durante su tiempo como abad, Shi se ganó el apodo de ‘monje director ejecutivo’ debido a su agresiva gestión de la herencia cultural y la influencia del templo mediante técnicas de management moderno. Fue un pionero en la explotación de la marca Shaolin a nivel global, lanzando franquicias, shows itinerantes y gestionando propiedades millonarias.
Esa misma visión empresarial, que algunos críticos vieron como una desnaturalización de los preceptos budistas, terminó por ponerlo en el centro de la polémica. Ya en 2015, fue duramente criticado por un ambicioso plan de construir un complejo hotelero en Australia que incluiría no solo un templo y una academia de kung-fu, sino también un campo de golf.
Transgresiones y vida personal
Las acusaciones penales por corrupción y fraude no son las únicas sombras sobre la figura de Shi Yongxin.
Previamente, se había filtrado que el religioso habría incurrido en graves transgresiones de los preceptos budistas. Las denuncias apuntaban a que se involucró en relaciones inapropiadas con múltiples mujeres, un comportamiento incompatible con su voto monástico. Más aún, los reportes indican que Shi engendró al menos un hijo, añadiendo un capítulo de escándalo personal a su caída.
La detención de Shi Yongxin marca el fin de una era en el Monasterio Shaolin, un periodo caracterizado por la comercialización extrema de su legado. Este suceso envía una señal clara desde Beijing sobre la creciente fiscalización de las élites, incluso dentro de las instituciones religiosas y culturales más veneradas del país.