Hacinamiento, hambre y enfermedad: la ONU denuncia condiciones inhumanas
PUERTO PRÍNCIPE. La crisis que devora a Haití se refleja de la manera más cruda dentro de sus centros penitenciarios. En un sombrío balance de tres meses, más de medio centenar de reclusos perdieron la vida entre julio y septiembre del año en curso, revelando una tragedia de derechos humanos que se gesta silenciosamente tras los barrotes.
La magnitud del desastre fue reportada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y difundida por el diario digital Haití Libre. La causa de estas muertes no fue un hecho violento puntual, sino un colapso sistémico: el hacinamiento extremo, la falta de atención médica, la alimentación insuficiente, la escasez crítica de agua y las condiciones de insalubridad crónica de las celdas.
Las prisiones haitianas se han convertido, de facto, en una condena a muerte lenta para quienes esperan ser juzgados.
Días antes de que se conociera la cifra de la ONU, la Asociación de Voluntarios para la Reintegración de los Detenidos de Haití ya había dado la voz de alarma sobre la situación "dramática" en las cárceles. Su informe puso el foco específicamente en la prisión de Cap-Haïtien (Cabo Haitiano), un centro que ilustra perfectamente el nivel de deterioro nacional.
Cap-Haïtien: un caldo de cultivo para la muerte
Los hallazgos en la prisión de Cap-Haïtien son, según la organización, "alarmantes" y reflejan el avanzado estado de deterioro material y humano del sistema penitenciario.
Diseñado originalmente para albergar a unas 500 personas, el penal sobrepasa su capacidad en más de un 68%, contando actualmente con 841 reclusos. Las celdas están brutalmente superpobladas, carecen de ventilación adecuada y apenas reciben luz. La insalubridad es palpable: los bloques sanitarios están colapsados, desprendiendo olores pestilentes que se mezclan con la desesperación.
La falta de justicia es tan grave como la falta de higiene. La inmensa mayoría de la población penal permanece en un limbo legal. El informe precisa que solo a 122 de los 795 hombres encarcelados se les ha celebrado juicio, y apenas 6 de los 46 reclusos entre mujeres y menores tienen una sanción impuesta. En total, un escalofriante 85 por ciento de los reos se encuentran en prisión preventiva sin haber sido juzgados.
Negligencia médica y abandono legal
La salud es otra víctima de este abandono. La veintena de reos que padecen enfermedades infecciosas, contagiosas y de la piel —dolencias exacerbadas por la falta de higiene— no reciben la atención adecuada. Para una población de 841 personas, la cárcel de Cap-Haïtien cuenta con la irrisoria cifra de un solo médico y una enfermera, mientras la farmacia se encuentra en un avanzado estado de deterioro, prácticamente inservible.
La Asociación de Voluntarios denunció que la privación de atención médica, la falta de alimentos regulares y la imposibilidad de acceder a programas educativos y de reintegración son violaciones sistemáticas de los derechos humanos.
Estos factores, combinados con una infraestructura con peligro de derrumbe, crean el ambiente propicio para que las muertes se sucedan sin tregua, convirtiendo el periodo de detención en una sentencia no oficial.
Así, el clamor por una asistencia legal efectiva es urgente, pues sin juicios rápidos, el hacinamiento y la tragedia continuarán imparables.

