La Casa Blanca denuncia filtración selectiva de emails para “difamar” al presidente
Un nuevo golpe mediático ha sacudido la política estadounidense. El comité de la House Oversight Committee (Cámara de Representantes) publicó ayer una serie de correos electrónicos del condenado por tráfico sexual de menores Jeffrey Epstein, en los que asegura que el presidente Donald Trump “pasó horas” con una de las víctimas en su residencia.
En un mensaje fechado en abril de 2011, Epstein le escribió a su colaboradora Ghislaine Maxwell: “quiero que te des cuenta de que el perro que no ha ladrado es Trump. (La víctima) pasó horas en mi casa con él, ni una sola vez ha sido mencionada”. Maxwell respondió simplemente: “He estado pensando en eso…”
Otro correo, de 2019, dirigido al periodista Michael Wolff, indica que Trump «sabía lo de las chicas», pues “pidió a Ghislaine que parara”. Finalmente, un intercambio de diciembre de 2015 entre Epstein y Wolff aborda por escrito cómo prepararle una respuesta a Trump ante una pregunta de la cadena CNN sobre su vínculo con Epstein: “Si dice que no estuvo en el avión o en la casa, eso te da valor en relaciones públicas”, escribe Wolff.
La reacción desde la Casa Blanca fue inmediata. A través de su portavoz Karoline Leavitt se calificó la publicación de los correos como “una filtración selectiva de los demócratas hacia medios liberales para construir una narrativa falsa que difame al presidente”. Según el comunicado, la persona mencionada como “victima anónima” sería Virginia Giuffre, quien –recordó la oficina presidencial– sostuvo públicamente que Trump “no estuvo involucrado en ninguna irregularidad” y que “no podría haber sido más amable” con ella.
En cambio, los demócratas del comité sostienen que ponen al descubierto lo que consideran una falta de transparencia de la administración sobre los registros de Epstein. El congresista Robert Garcia apuntó que estos correos “plantean preguntas evidentes sobre lo que la Casa Blanca está ocultando y sobre la naturaleza de la relación entre Epstein y el presidente”.
Este episodio se da en un contexto político especialmente crispado. La divulgación de los correos coincide con el punto más álgido del cierre del gobierno federal, en el cual Trump acusa a los demócratas de usar el escándalo de Epstein “para desviar la atención” de su gestión del paro administrativo. “Los demócratas intentan revivir el bulo de Epstein porque harán lo que sea para distraer”, escribió el presidente en su red social.
La publicación del material proviene de una producción de más de 20 000 páginas entregadas por el patrimonio de Epstein, tras una citación oficial del comité. Además, los republicanos del comité reclamaron que los demócratas liberaron únicamente correos fragmentados, sin contexto completo, para dañar a Trump.
¿Y qué implica todo esto? Aunque los correos resultan explosivos y plantean dudas, no presentan hasta ahora una acusación formal que vincule directamente a Trump con un delito. La persona que aparece en la conversación, según la Casa Blanca, rechazó vincular al expresidente con conducta indebida. Y la fuente del correo, Epstein, murió en custodia en 2019.
En resumen: los nuevos correos publican declaraciones de Epstein que asocian a Trump con presencia extendida junto a una víctima y conocimiento de la conducta de Epstein. La Casa Blanca responde declarando manipulación política. Y el Congreso se ve abocado a decidir si se liberan todos los archivos gubernamentales relacionados.
Este capítulo marca un nuevo giro en el escándalo Epstein-Trump: pone sobre la mesa correos privados, líneas de tiempo imprecisas y acusaciones cruzadas que alimentan tanto el escrutinio público como el enfrentamiento político. La próxima semana, el foco estará en si el Congreso fuerza la liberación completa de los registros federales pendientes…

