El Banco Central reafirma que la estabilidad monetaria es clave para sostener el crecimiento y la adopción tecnológica
Santo Domingo.- Un escrito de Osvaldo Lagares, Ph.D, publicado en Página Abierta del Departamento de Regulación y Estabilidad Financiera del Banco Central establece que en un entorno global marcado por la incertidumbre y los desafíos tecnológicos, la República Dominicana ha logrado mantener una estabilidad económica envidiable. Según el Banco Central, esta solidez no solo ha contenido la inflación y estabilizado el tipo de cambio, sino que también ha creado las condiciones para que florezcan la innovación y la productividad.
El reciente Premio Nobel de Economía 2025, otorgado a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, refuerza esta visión: el crecimiento sostenible depende de la capacidad de los países para combinar estabilidad macroeconómica con innovación constante. La economía dominicana, con políticas orientadas al control de precios, la supervisión financiera moderna y la expansión del crédito productivo, se perfila como un caso exitoso en la región.
Desarrollo: datos y fundamentos
Innovación y crecimiento, una relación inseparable. Mokyr, Aghion y Howitt demostraron que el desarrollo económico surge cuando nuevas tecnologías sustituyen a las obsoletas, en un proceso de destrucción creadora. Esta dinámica, planteada inicialmente por Joseph Schumpeter, explica cómo el conocimiento —tanto teórico como práctico— impulsa la competencia, la eficiencia y la generación de riqueza.
En este contexto, el sistema financiero juega un rol decisivo. Los ahorros de los hogares, canalizados a través de intermediarios financieros sólidos, permiten financiar proyectos de innovación, investigación y desarrollo tecnológico. Sin estabilidad monetaria ni credibilidad institucional, ese flujo de capital se interrumpe, frenando el progreso.
El caso dominicano: estabilidad como motor del cambio
Desde la implementación del Esquema de Metas de Inflación en 2012, el Banco Central de la República Dominicana ha logrado mantener la inflación dentro del rango meta de 4.0% ± 1.0%, registrando 4.23% en octubre de 2025. Este logro, junto con una depreciación cambiaria promedio de apenas 3.6% anual desde 2012, ha reducido la incertidumbre y fortalecido la confianza empresarial.
Asimismo, las tasas de interés activas y pasivas han descendido a niveles históricamente bajos, ubicándose en 13.6% y 6.3%, respectivamente. Esto ha incentivado el crédito a los sectores productivos, reforzando el vínculo entre la estabilidad macroeconómica y la inversión privada.
El sistema financiero dominicano también ha mostrado resiliencia y solvencia. Con un coeficiente de capital equivalente al 18.4% y un retorno sobre el patrimonio (ROE) de 21.7%, los bancos locales se mantienen entre los más robustos de la región. Estas cifras son el resultado de una regulación moderna y una supervisión basada en riesgos, alineada con los estándares internacionales de Basilea.
Política macroprudencial y crecimiento sostenible
La creación del Comité de Políticas Macroprudenciales y Estabilidad Financiera en 2017 marcó otro hito institucional. Su misión es prevenir riesgos sistémicos y asegurar que el crédito fluya hacia los sectores que impulsan la productividad. En paralelo, el Banco Central ha reforzado la transparencia con la publicación periódica de los Informes de Estabilidad Financiera, consolidando la confianza de los mercados.
Como resultado, la economía dominicana ha mantenido un crecimiento promedio de 4.9% desde 2010, con expectativas de entre 4% y 5% para 2026. El PIB per cápita se ha más que duplicado en dos décadas, alcanzando US$11,541 en 2024, lo que consolida al país como una economía de ingresos medios.
Cierre: análisis y proyección
La experiencia dominicana demuestra que la estabilidad macroeconómica no es un fin en sí misma, sino el punto de partida para la innovación, la productividad y el bienestar social. Tal como plantean los Nobel de Economía 2025, el conocimiento y la innovación solo prosperan cuando existen bases sólidas: baja inflación, finanzas sanas y políticas previsibles.
El desafío hacia adelante es sostener este equilibrio entre estabilidad y dinamismo, fomentando una economía donde la inversión en conocimiento y tecnología sea constante. En palabras de Joseph Schumpeter, “el innovador no es necesariamente un inventor; es un emprendedor que crea mercados”.
República Dominicana, con disciplina macroeconómica y apertura al cambio tecnológico, parece decidida a seguir ese camino.

