Huyen, huyen y huyen aquellos que odian a dictadores y corruptos.
Todos huyen hacia ningún lado, despavoridos, como locos, sin mapas, sin ideas, sin metas definidas.
Los africanos hacia la Europa, ya casi muerta, que los aborrece desde que la mar los distingue bajo sol sobre nieve.
Los asiáticos, blancos, cual racistas innombrados, y los propios europeos y norteamericanos, huyen hacia donde sea, donde haya paz y dinero, democracia y oportunidades de hacer todo.
Huyen los del lugar recóndito hacia las Américas, hacia su canto de pudor y libertad que, al llegar, comprobarán es incierto.
Los de la misma América huyen también hacia el ‘norte brutal y revuelto’ creyendo en fantasías del valor del dólar cada día más adolorido y deprimido.
Huyen los de Oceanía hacia el calor aunque solo en pocas cantidades y tiempo.
Huyen los de ‘arriba’ en busca de oro, diamante, ‘tierras raras’, plata, ferroníquel, hierro y otras tantas sin pensar en los ríos y sembrados.
Huyen los de ‘abajo’ en busca de agua, electricidad y alimentos, de abrigos y mejor vida.
Huyen los tontos y los locos hacia ningún lado del planeta dejando atrás a sus seres queridos, siembras y amores más sentidos.
Huyen, huyen y huyen aquellos que odian a dictadores y corruptos.
Huyen, en demasía, los que buscan y anhelan un amor lleno de pasión y dignidad que perdure toda una eternidad.
Huyen, huimos todos de lo único seguro que existe a veces para toparnos con Ella fuera de nuestro lar nativo.
30 de octubre de 2025.

