Toronto se repone al Juego 3 más largo para vencer a Dodgers y asegurar un 6to partido.
El equipo de los Azulejos, que ha hecho de las remontadas su sello distintivo a lo largo de la temporada, firmó anoche en el Dodger Stadium, probablemente, la más crucial de todas. No fue el margen lo que la hizo histórica —apenas una desventaja de una carrera—, sino el contexto y la muestra de una formidable entereza física y mental.
Tras el agotador Juego 3, un maratón de 18 innings que empató el récord histórico de duración en la Serie Mundial, muchos esperaban ver a un Toronto mermado. Sin embargo, los campeones de la Liga Americana ofrecieron una respuesta contundente y convincente, imponiéndose 6-2 a los Dodgers para igualar la serie a dos triunfos por lado.
El despertar fue rápido. El ícono dominicano de la postemporada, Vladimir Guerrero Jr., encendió la chispa con un jonrón tempranero. La labor en la lomita estuvo anclada en una sólida apertura de Shane Bieber, que contuvo a la poderosa ofensiva local.
El golpe de autoridad, sin embargo, llegó en el séptimo inning con un decisivo ataque de cuatro carreras que dinamitó el marcador. Un bullpen intratable se encargó de sellar la victoria, silenciando cualquier intento de respuesta de los actuales campeones.
Con una noche de sueño fugaz, los Azulejos demostraron que la resiliencia es más que un cliché. Horas antes, en la madrugada del martes, el mánager John Schneider había sido tajante al recordar a la prensa que, a pesar de la derrota, los Dodgers "no ganaron la Serie Mundial, ganaron un juego".
Esa mentalidad enfocada y desafiante se trasladó al campo. Ahora, la Serie Mundial al mejor de siete queda abierta y garantiza un emocionante Juego 6 el viernes por la noche en Toronto. La contienda se ha convertido en una auténtica prueba de carácter, y los Azulejos acaban de superar la más difícil.

