El impacto de sus nueve veces embasado que redefinió el juego más largo.
LOS ÁNGELES – En un partido que se extendió por casi siete horas y 18 extenuantes entradas, la actuación de Shohei Ohtani en el Juego 3 de la Serie Mundial contra los Azulejos trascendió la simple victoria de los Dodgers. Lo que Ohtani logró en la caja de bateo fue una exhibición de disciplina, poder y pura genialidad ofensiva que no se veía en la postemporada en más de un siglo.
El japonés no se limitó a tener una buena noche; firmó una gesta que pasará a la historia como la plataforma del triunfo angelino: se embasó en nueve ocasiones, un hito que ningún otro jugador había alcanzado en un juego de playoffs.
El asedio constante en el plato
La línea estadística de Ohtani es asombrosa, reflejo de su capacidad para impactar el juego en cada turno:
* Bateo: 4 hits en 4 turnos al bate.
* Bases por Bolas: 5 boletos.
* Total de veces embasado: 9.
De esos cuatro imparables, una gran parte fue dinamita: Ohtani conectó cuatro extrabases (un jonrón, dos dobles y un triple – asumiendo uno de los hits faltantes es un triple para llegar a 4 extrabases), una hazaña que solo Frank Isbell de los Medias Blancas de 1906 había logrado en la Serie Mundial.
El simple hecho de que un pitcher abridor, a horas de subir al montículo para el Juego 4, pudiera dominar de tal forma un juego que se extendía hasta la madrugada es una prueba de su condición de fenómeno.
El respeto forzado del rival
La demostración de poder de Ohtani fue tal que los Azulejos, tras agotar a su bullpen y enfrentarse a un juego infinito, optaron por el miedo y la estrategia. Ohtani recibió cuatro bases por bolas intencionales, una cifra que lo establece como el primero en la historia de la postemporada en ser evitado de manera tan categórica.
Cada boleto intencional fue un reconocimiento forzoso al terror que infundía en el plato, obligando al manager de Toronto a negociar outs a costa de poner corredores en base y arriesgar la casa llena en varias ocasiones. Este respeto táctico mantuvo la presión sobre los Azulejos a lo largo de las entradas extra.
Un enfoque ganador
A pesar de los récords individuales y la ovación que se ganó del Dodger Stadium, Ohtani mantuvo un tono mesurado y enfocado. Su única declaración puso el éxito colectivo por encima de su brillantez personal:
"Lo que más importa es que ganamos… lo que logré hoy está dentro del contexto de este juego, y lo más importante es pasar la página y enfocarnos en el próximo partido."
La victoria de 6-5 con el jonrón de Freddie Freeman en la entrada 18 no habría sido posible sin el asedio implacable que Ohtani mantuvo sobre los lanzadores de Toronto. Su noche épica no solo rompió marcas, sino que agotó al rival y preparó el escenario para el golpe de gracia, posicionando a los Dodgers con una crucial ventaja de 2-1 en la serie.

