Urge a la población a implementar medidas de seguridad ante las tormentas eléctricas.
SANTO DOMINGO.-La belleza natural y el clima tropical dominicano son, innegablemente, un imán para el turismo. El sector privado y el presupuesto nacional se nutren de la búsqueda de "luz y calor" que atrae a visitantes de latitudes frías. Sin embargo, en el Consejo Regional de Desarrollo (CRD) tienen claro que esa misma geografía nos sitúa en una posición de vulnerabilidad extrema.
Tal como lo expresa el ingeniero Odonel Gómez Rojas, director de la Comisión de Ciencia y Tecnología del CRD, es un deber y una responsabilidad colectiva asimilar una verdad ineludible: a diferencia de otras naciones, la República Dominicana se encuentra en la ruta directa de huracanes, terremotos y, de forma constante, de tormentas eléctricas.
Estas fuerzas de la naturaleza, si bien son parte del ciclo que enriquece el ecosistema, tienen el potencial de causar daños masivos no solo a las familias, sino a las infraestructuras físicas que sostienen el progreso socioeconómico del país.
Comprender la amenaza del rayo
Cada año, la temporada ciclónica trae consigo no solo lluvias intensas, sino también una proliferación de tormentas eléctricas. De estas últimas, cita Gómez Rojas, debemos cuidarnos con especial celo, pues matan animales, derriban árboles, destruyen estructuras y, en el peor de los casos, atentan contra la vida de las personas.
Recuerda que un rayo, en términos sencillos, es un chorro de cargas eléctricas, una chispa que salta entre nubes con cargas opuestas o, lo que es más peligroso, entre una nube y el suelo. Este fenómeno, estudiado a fondo por la física, es el mecanismo que utiliza la naturaleza para devolver carga negativa a la Tierra, manteniendo su equilibrio eléctrico.
Cuando el rayo se produce, genera dos ondas simultáneas: el relámpago (luz), que llega en un instante, y el trueno (sonido), que viaja más lento. Esta diferencia en la velocidad es clave para nuestra seguridad. Si, al ver el relámpago, contamos tres segundos antes de escuchar el trueno, significa que el rayo cayó a solo un kilómetro de distancia. Estamos, entonces, en la zona de alto riesgo y las precauciones deben ser extremas.
Reglas de oro para sobrevivir a la descarga
La física nos da lecciones prácticas para salvaguardar la vida durante una tormenta eléctrica por lo que el ingeniero indica lo siguiente:
- Evitar ser el punto más alto. Los lugares puntiagudos son imanes para las cargas eléctricas. En una llanura, en un campo de arroz o de cualquier otro cultivo bajo, jamás debemos ser la elevación principal. La inteligencia dicta colocarse en cuclillas hasta que la tormenta cese.
- Alejarse de los árboles solitarios. En una llanura, la densidad de carga eléctrica se concentrará en el único árbol disponible, aumentando exponencialmente la probabilidad de que reciba el impacto. En fincas con muchos árboles, como las de cacao, lo más seguro es guarecerse bajo las copas más bajas.
- Mantenerse seco. El agua pura no conduce bien la electricidad, pero el agua mezclada con impurezas, como el sudor humano, es un excelente conductor. Por ello, es imperativo no bañarse bajo la lluvia, ni permanecer en piscinas o playas durante la tormenta.
- Buscar Refugio Aislado. El mejor lugar es el interior de una casa, seco y alejado de objetos metálicos. Un automóvil con las ventanas cerradas también es un refugio seguro, siempre y cuando no se toque ninguna de las partes metálicas de la carrocería.
Para el CRD, la mentalidad de desarrollo y progreso humano exige una conciencia doble: "Cuiden la naturaleza y que se cuiden de ella". La prevención no es una opción, sino un requisito de vida en una isla que vive, respira y baila al ritmo incesante de la furia natural.

