Yo estoy de acuerdo en que se busque alguna solución humana que nos permita seguir contribuyendo con los haitianos.
Luego de unos días de asueto junto a uno de mis hijos, mi nuera y de mi queridísimo nieto, vuelvo a la carga con estas disquisiciones que desconozco cuántos llegarán a leer.
En el Este, y a pesar del trabajo realizado por la Dirección de Migración y otras autoridades, continúan millares y millares de ciudadanos haitianos que muy pocos en el país desean que sean legalizados con residencias o ciudadanías.
Y como algunos empresarios necesitan la ‘mano de obra haitiana’ en algunas de sus empresas, también se unen al coro de esos pocos dominicanos y supuestos amantes de la solidaridad y hermandad internacional.
¡Pero mentira todo!
Pues ni los haitianos pueden decir dónde nacieron, quiénes son o fueron sus padres, abuelos o hermanos, ni si han sido inscriptos en algún libro de alguna Oficialía del Estado Civil, de aquí o de Haití, ni los empresarios y políticos tratan bien a los haitianos. La purísima realidad.
Yo estoy de acuerdo en que se busque alguna solución humana que nos permita seguir contribuyendo con los haitianos, tanto allá como aquí, para que salgan del hoyo en que ellos mismos cayeron desde su independencia en 1804.
¿Pero cuál sería esa solución humana? No la conozco.Lo que sí me parece verdad, es que, en el mundo de hoy a nadie sin nombre y apellido, sin saber leer ni escribir, y sin tener amor por los demás, se les puede reconocer como residente o ciudadano de ningún país.
Si la ONU, la OEA, otras organizaciones y países aspiran a que República Dominicana ‘legalice’, ‘reconozca’ o deje de deportar a haitianos ‘sin papeles’, lo que deben hacer es demostrar que esos ciudadanos sí tienen nombres y apellidos, y sí tienen interés en convivir y coexistir con otras personas.
¡No es seguir acusando de racistas, xenófobos y otros tantos absurdos y mentirosos epítetos a dominicanos que solo hemos ayudado durante toda nuestra existencia a los haitianos!
Por cierto, en donde resido laboran muchos haitianos sin papeles, sin deseos de que se les enseñe a leer y escribir. Y sin que nadie los moleste, los maltrate o los denuncie.
¿Tienen los ricos y políticos del país a ciudadanos haitianos laborando en sus villas, casas o apartamentos? Lo dudo.
DE OTROS TEMAS
Disfruté al máximo la serie final de la Nacional y de la Americana, para ver ahora desde este viernes la Serie Mundial entre Dodgers y Toronto. Voy al triunfo de este último equipo que desde 1992 y 1993 no logra coronarse campeón.
Años, por cierto, en que los mentores de Toronto eran Pat Gillick y el dominicano Epy Guerrero. Este aportó casi todas las figuras dominicanas y latinas que permitieron esos triunfos.¡Hoy recordé con cariño al difunto escucha y amigo, y a su fiel esposa Rosario Jiménez viuda Guerrero!
Hasta una próxima entrega, amigo lector.