La líder del PLD asume el poder en Tokio tras una ajustada coalición de gobierno
Tokio ha presenciado un quiebre en su tradición política más férrea: el Parlamento eligió a Sanae Takaichi, líder del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), como la nueva Primera Ministra de Japón. Con este nombramiento, Takaichi se convierte, de forma histórica, en la primera mujer en ascender a la jefatura del Ejecutivo en el país asiático.
La votación, que tuvo lugar este martes en la Dieta Nacional, la institución bicameral japonesa, confirmó la elección de la conservadora de 64 años.
Takaichi, conocida por su perfil de línea dura y su admiración por la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, consolidó su victoria gracias a un acuerdo de coalición de último minuto que logró asegurar los votos necesarios tras la pérdida de la mayoría absoluta del PLD en pasadas elecciones.
El momento es significativo. En una sociedad fuertemente patriarcal, el ascenso de Takaichi a la posición más alta del poder político marca un hito que, para muchos, es un símbolo de progreso.
Su triunfo en la Cámara Baja, cuyo voto prevalece en la elección del primer ministro, se selló con 237 sufragios, superando la mayoría simple requerida.
No obstante, su llegada al poder se produce en un contexto de turbulencia política y con una base de gobierno sorprendentemente frágil. Takaichi sucede a Shigeru Ishiba, y lo hace al frente de una minoría gobernante, una situación inusual para el PLD, que ha dominado la política japonesa durante décadas.
La alianza se concretó con el derechista Partido de la Innovación de Japón (Ishin no Kai), después de que el socio de larga data del PLD, el partido Komeito, de corte más centrista, rompiera su coalición.
La nueva Primera Ministra, vista como una protegida y acólita del asesinado ex primer ministro Shinzo Abe, se dispone a impulsar una agenda que prioriza el fortalecimiento militar y la revisión de la Constitución pacifista de Japón.
En política exterior, Takaichi es considerada un "halcón" frente a China, con la intención declarada de estrechar la relación con Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, visitará Japón en los próximos días.
A pesar de romper el techo de cristal de la política japonesa, Takaichi no ha sido una promotora activa de la igualdad de género o la diversidad. Mantiene posturas ultraconservadoras, como su oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo y a que las parejas casadas puedan mantener apellidos separados.
Ademas, pese a haber prometido aumentar la representación femenina en su gabinete, solo nombró a dos ministras, Satsuki Katayama y Kimi Onoda, en un gobierno compuesto por diecinueve miembros.
Ahora, la "Dama de Hierro" de Japón, un apodo que subraya su determinación, tendrá que demostrar si la fuerza de su liderazgo puede compensar la debilidad numérica de su coalición para abordar los desafíos económicos, como la inflación y la debilidad del yen, que preocupan profundamente a la ciudadanía.
Con la presión inmediata de formar su Gabinete y preparar su discurso inaugural, Sanae Takaichi se encuentra en el punto de mira nacional e internacional, iniciando un mandato que promete ser tan histórico como desafiante.