Bernardo Bravo Manríquez, conocido por sus críticas a cárteles, fue hallado muerto en su vehículo.
México se enfrenta a otro duro golpe de la violencia criminal. Bernardo Bravo Manríquez, presidente de la Asociación Nacional de Citricultores de México y una voz crítica contra el crimen organizado, fue hallado muerto a bordo de su vehículo en el estado de Michoacán. Su asesinato, ocurrido el domingo, apunta directamente a las represalias de los grupos criminales que extorsionan a los productores de la zona.
La Fiscalía General del Estado de Michoacán confirmó el hallazgo del cuerpo de Bravo. En un breve comunicado, la entidad judicial informó que el líder citricultor fue "localizado sin vida este día, a bordo de su vehículo, en el camino que conduce a la comunidad Los Tepetates". Las primeras informaciones apuntan a un ataque ejecutado por individuos armados que operan con total impunidad en la región.
Bravo Manríquez no era un empresario cualquiera. Además de presidir la asociación nacional, era el líder de la influyente Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán, una de las regiones agrícolas más afectadas por la violencia y las extorsiones. Su figura se había vuelto incómoda para las redes criminales que parasitan el sector productivo.
Según reportes del diario mexicano El Universal, el asesinato se produjo en una zona donde mantiene una fuerte presencia el conocido Cártel Michoacán Nueva Generación (CMNG).
El móvil del crimen parece estar directamente relacionado con las extorsiones que padece el sector limonero. Bravo había sido el rostro visible de las protestas de los productores, quienes se vieron obligados a convocar paros en Apatzingán para denunciar y resistir los cobros de piso y amenazas del grupo criminal Los Viagras, una facción aliada al CMNG en la zona.
El líder citricultor había recibido amenazas de muerte debido a su activismo y su negativa a ceder ante la presión de los delincuentes. Su asesinato no solo es la tragedia de una familia, sino un mensaje de terror para toda la comunidad de productores agrícolas que luchan a diario por trabajar sin ser víctimas del crimen organizado.
La muerte de Bravo Manríquez subraya la vulnerabilidad extrema de los líderes sociales y empresariales en México que deciden alzar la voz.
El campo mexicano, y particularmente la zona de Tierra Caliente en Michoacán, continúa siendo un polvorín donde la economía legal se somete a los caprichos del crimen organizado, y la defensa de la legalidad se paga con la vida.
La Fiscalía ha iniciado la investigación pertinente, pero la ciudadanía espera una respuesta contundente del Estado que logre desmantelar las estructuras criminales que han silenciado a uno de sus críticos más valientes. Con datos de Europa Press