La clase política y la sociedad lamentan la partida de un servidor ejemplar
Santo Domingo, República Dominicana. — La política dominicana perdió este jueves a una de sus figuras más respetadas. Vicente Sánchez Baret, dirigente histórico y servidor público de larga trayectoria, falleció dejando tras de sí un legado de compromiso, integridad y vocación de servicio que marcó generaciones.
Sánchez Baret fue uno de los fundadores del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y del Partido Revolucionario Moderno (PRM), organizaciones que hoy lo recuerdan como un símbolo de coherencia y trabajo por la democracia. Su vida pública, extendida por más de cinco décadas, estuvo guiada por una convicción sencilla pero firme: la política debía ser una herramienta de cambio real para la gente.
En cada cargo que ocupó, su sello fue la decencia. Sus colegas y amigos lo describen como un hombre de palabra, discreto y comprometido, que entendía el poder no como privilegio, sino como responsabilidad.
“Se puede ser honesto, político y moderno, y la sociedad debe entender la importancia de esto”, repetía con frecuencia, resumiendo en esa frase la ética que lo acompañó hasta el final.
Natural de la provincia Sánchez Ramírez, siempre llevó con orgullo el nombre de su tierra. Desde ahí impulsó proyectos y políticas orientadas al desarrollo local y al fortalecimiento institucional. Su paso por la administración pública dejó una huella reconocida incluso por quienes no compartían sus posiciones políticas.
Más allá del ámbito político, su historia personal fue también una historia de lealtad y compromiso humano. Junto a su esposa, la doctora Yadira Henríquez, formó una dupla inseparable dentro y fuera de la política.
Ambos compartieron luchas, ideales y una vida dedicada a servir, guiados por una misma visión de justicia social y solidaridad. Tuvieron tres hijos y una vida pública construida sobre el respeto mutuo y la entrega a las causas comunes.
El fallecimiento de Vicente Sánchez Baret ha generado muestras de pesar en todo el país. Dirigentes políticos, funcionarios, periodistas y ciudadanos han expresado sus condolencias, recordando su temple, su serenidad y su ejemplo de civismo.
Su partida deja un vacío en la política dominicana, pero también una lección viva: que la honestidad y el servicio público pueden convivir con la modernidad y la eficacia.
Paz a su alma.