Vencieron 3-1 a Milwaukee y tomaron ventaja de 3-0
El Dodger Stadium se encendió con la sensación de que la serie puede terminar más pronto de lo esperado. Los Angeles Dodgers se impusieron 3-1 a los Milwaukee Brewers en el Juego 3 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, y con eso quedan a una victoria de la Serie Mundial.
El partido fue un pulso de pitcheo más que de batazos: Tyler Glasnow lanzó con firmeza en la apertura, dominando las entradas largas, y la banca se encargó de cerrar. La ofensiva se activó justo cuando tuvo que hacerlo: un sencillo impulsor de Tommy Edman rompió el empate en la sexta y, después, Freddie Freeman enterró un doblete de autoridad que puso la diferencia definitiva.
El cuadrangular de Freeman en el sexto fue el latigazo que los Dodgers necesitaban. No fue un vuelacercas espectacular por distancia, sino por momento: contó con la paciencia del bateador y la precisión para castigar una entrega equivocada. Ese batazo, más el trabajo de Glasnow, le dio al equipo la ventaja que luego protegería la mejor arma de Los Ángeles: el bullpen.
La preocupación para Milwaukee llegó en el séptimo, cuando Jackson Chourio tuvo que abandonar el partido favoreciendo la pierna derecha tras una molestia. El joven jardinero, pieza clave del ataque cervecero en la postemporada, salió cojeando y no pudo terminar la entrada, un golpe que añade urgencia a un equipo que ya pelea contra un déficit de 3-0 en la serie.
En la lomita, el novato Roki Sasaki volvió a mostrar por qué su adaptación al bullpen ha sido un movimiento decisivo para los Dodgers. Sasaki ponchó a varios bateadores y cerró el juego con autoridad: en la postemporada ha acumulado presentaciones que cortan el aire del estadio cuando sube al montículo. Su relevo fue la línea final de un engranaje que no permitió más que una carrera a Milwaukee.
Los Brewers tuvieron momentos de brillo, sobre todo en la labor del abridor y en algunos destellos ofensivos esporádicos, pero pagaron caro su falta de contundencia con corredores en posición de anotar. La sensación fue que la serie se está inclinando hacia el lado visitante más por acumulación de errores ajenos que por una ofensiva dominante de Los Ángeles.
Ahora la serie viaja con un claro ventajismo para los Dodgers: 3-0 no es una sentencia automática, pero sí una losa enorme para Milwaukee. Los Cerveceros deberán recomponer el ánimo, limpiar asuntos físicos —Chourio será el foco de seguimiento— y encontrar una manera de producir contra una rotación y un bullpen que funcionan con pulso frío.
Queda un juego en Los Ángeles que, en apariencia, mira más a la celebración ajena que a la remontada local. Pero el béisbol no admite certidumbres: aún quedan outs, turnos y ajustes por hacer. Lo que sí quedó claro anoche fue esto: los Dodgers encuentran respuestas desde el montículo y Freeman volvió a aparecer en el momento justo. Para Milwaukee, la cuenta no es sólo táctica; es también terapéutica: entrar a la caja y golpear con cabeza fría.