Aseguró que en el régimen del expresidente floreció la federación de estructuras criminales que hoy domina el país.
El ex cónsul haitiano en la República Dominicana, Edwin Paraison, no titubea al señalar a los responsables del colapso de Haití. Para él, el empoderamiento de las bandas criminales nació del régimen Tét Kale, liderado por el expresidente Michel Martelly, quien —según afirma— convirtió la delincuencia en una estructura política legitimada desde el poder.
“Martelly llegó como un bandido legal, con su grupo musical y su discurso de desafío, y eso terminó convirtiéndose en un sistema de bandidaje institucionalizado. Fue la primera vez que el crimen se legalizó en Haití”, aseguró Paraison durante una entrevista en el programa D´Agenda.
Recordó que la llegada de Martelly en 2011 se dio bajo la sombra de la tragedia del terremoto del 2010 y una “decisión política de Washington” que alteró los resultados electorales para llevarlo a la segunda vuelta. “Ahí comenzó el deterioro más profundo de nuestra vida política”, lamentó.

Las bandas como poder paralelo al estado haitiano
El también presidente de la Fundación Zile advirtió que bajo ese régimen floreció la federación de estructuras criminales que hoy domina el país. “Los jefes de las bandas ya no se esconden. Hablan en redes sociales, dan entrevistas y actúan a la vista de todos”, denunció, al tiempo que exigió un cambio radical en la forma de gobernar.
Paraison criticó que parte de esos cabecillas aún mantengan influencia política, mientras la población sufre las consecuencias. Según sus datos, más de 1.3 millones de haitianos han sido desplazados de sus hogares por la violencia y viven en estadios y campos improvisados. “Para ellos, huir es una cuestión de supervivencia”, enfatizó.
El exministro para la diáspora haitiana explicó que muchos de esos desplazados han buscado refugio en el extranjero, ya sea mediante programas de reunificación familiar en países como Brasil o Chile, o de forma irregular tratando de llegar a la República Dominicana, donde el cierre migratorio agrava la situación.
Escepticismo ante el regreso de tropas internacionales
El anuncio de un nuevo contingente militar de la ONU no ha generado esperanza. Paraison sostiene que los haitianos no creen en esas misiones. “Después de treinta años de presencia y más de 10 mil millones de dólares gastados, la Minustah dejó al país peor de lo que estaba”, afirmó.
A su juicio, el fracaso es compartido: de la comunidad internacional y del liderazgo haitiano, incapaz de enfrentar la corrupción y el crimen. “Hasta que el pueblo no vea cambios reales, no habrá optimismo. La gente ya no se deja engañar con uniformes ni banderas azules”, advirtió.
Paraison añadió que, pese al nuevo discurso de Estados Unidos bajo Donald Trump, que declaró terroristas a las gangas y presionó a la OEA para actuar, el panorama sigue sombrío. Ni el contingente keniano —que aún busca fondos— ni los anuncios diplomáticos han cambiado la realidad: el 90% de Puerto Príncipe está bajo control de las bandas.
Con tono grave, el exdiplomático concluyó: “Haití no necesita más cascos azules, necesita justicia, autoridad y esperanza real. Solo así podremos hablar de reconstrucción”.