Marineros avanzan a su primera Serie de Campeonato desde 2001
SEATTLE — El T-Mobile Park fue un hervidero de nervios y esperanza este viernes hasta que ya en la madrugada del sábado, Jorge Polanco decidió que ya era suficiente drama. Con un swing corto, preciso y cargado de historia, el dominicano soltó un sencillo por el hueco del derecho que rompió el empate y encendió una noche que los Marineros y su afición no olvidarán jamás. Victoria 3-2 sobre los Tigres en 15 entradas y boleto dorado a la Serie de Campeonato de la Liga Americana.
Polanco se convirtió en el héroe que Seattle llevaba dos décadas esperando. La escena fue digna de una película: bases llenas, un out, y el conteo en tres y dos. Tommy Kahnle, en el montículo, trató de colar un cambio bajo en la zona, pero Polanco lo cazó justo a tiempo. La bola cruzó el diamante, y antes de que tocara el césped del jardín derecho, el estadio entero rugía. La sequía había terminado.
La entrada empezó con J.P. Crawford encendiendo la chispa con un sencillo, seguido por Randy Arozarena, que aguantó un pelotazo. Un elevado de Cal Raleigh adelantó a los corredores, y Julio Rodríguez —consciente del peso de la situación— recibió boleto intencional. Todo quedó en manos de Polanco, y el resto fue pura leyenda.
Detrás del batazo decisivo hubo un desfile de brazos que sostuvo la esperanza marinera durante casi cinco horas de béisbol intenso. George Kirby, Logan Gilbert y Luis Castillo, tres abridores convertidos en relevistas de emergencia, se combinaron con Matt Brash y Eduard Bazardo para mantener a raya a unos Tigres que se negaban a rendirse.
Para Gilbert y Castillo, fue territorio desconocido: nunca antes habían lanzado desde el bullpen en Grandes Ligas. Gilbert, en particular, se vistió de héroe silencioso, recordando la épica de Randy Johnson en aquel Juego 5 de 1995 que marcó el nacimiento del béisbol moderno en Seattle. Treinta años después, los ecos de aquella gesta volvieron a resonar bajo las luces del mismo parque.
La ciudad entera había esperado 24 años para volver a saborear un momento así. Desde la última vez que los Marineros jugaron una Serie de Campeonato, en 2001, generaciones completas crecieron soñando con un regreso que parecía eterno. Pero esta vez, la historia cambió de libreto.
No hubo fuegos artificiales al final, ni discursos ensayados. Solo abrazos, lágrimas y una sensación colectiva de alivio. Los Marineros, por fin, están de vuelta entre los grandes.
El domingo, en Toronto, arrancará un nuevo capítulo: Juego 1 ante los Azulejos a las 5:08 p.m. hora del Pacífico. Pero, por ahora, Seattle puede dormir tranquilo. Porque Polanco, con ese batazo sencillo y perfecto, les recordó lo que se siente ganar cuando el corazón dicta el swing.