La deuda récord de EE.UU. lanza una advertencia que pocos oyen
Sábado 10 de octubre de 2025.- Washington está en pausa. El Senado apagó las luces sin acuerdo y el cierre del gobierno seguirá al menos una semana más. Pero mientras los políticos se lanzan bolas curvas desde sus trincheras, Wall Street parece seguir en su propio partido, sin inmutarse.
La calma de los inversores, sin embargo, podría ser un error de lectura del marcador. Así lo advierte Nigel Green, CEO del grupo financiero global deVere, quien lanza una advertencia que suena más a pitido de árbitro que a análisis rutinario: “Los mercados están tratando el cierre como simple ruido político, cuando en realidad revela un sistema que se resquebraja bajo el peso de una deuda insostenible”.
El bullpen fiscal de Estados Unidos está agotado. El déficit del último año fiscal llegó a 1,8 billones de dólares, casi el doble del promedio previo a la pandemia. Y la deuda nacional ya pasó los 37,9 billones, un número tan alto que incluso los intereses de esa carga pronto superarán el gasto en defensa.
Cada cierre, cada pulseada por el techo de deuda, muestra lo mismo: un país viviendo más allá de sus posibilidades. Pero los inversores siguen jugando como si la fiesta no tuviera fin. Las acciones rozan máximos históricos; el S&P 500 y el Nasdaq siguen bateando fuerte, incluso con los bonos lanzando señales de advertencia.
“Muchos creen que el gobierno siempre encontrará cómo pedir prestado y seguir gastando”, dice Green. “Esa suposición se está poniendo a prueba. Los costos de endeudamiento suben y la demanda global de deuda estadounidense ya no es automática”.
El problema no es nuevo, pero el terreno cambió. Durante una década, tasas bajas y estímulos del banco central enseñaron al mercado a mirar para otro lado. Hoy, con tasas más altas y un Congreso trabado, el juego se complica. El Tesoro paga más de un billón de dólares al año solo en intereses, y la cifra crece cada trimestre.
“La deuda es el tema económico que define esta década”, sentencia Green. “Impacta la confianza en el dólar, la inversión y la estabilidad de largo plazo”.
El estancamiento político tampoco ayuda. Cada propuesta para recortar gastos o subir impuestos muere en la mesa. Los discursos populistas crecen, las decisiones difíciles se postergan, y la confianza —ese intangible que sostiene el crédito estadounidense— empieza a resquebrajarse.
“El no enfrentar el problema de la deuda erosiona la base misma de la economía”, advierte Green. “No se puede liderar el juego global con un balance tan desequilibrado”.
Detrás de la fachada optimista del mercado, las señales de desgaste ya se notan. Las subastas del Tesoro muestran menos demanda, los tenedores extranjeros reducen posiciones y las primas de riesgo a largo plazo suben.
Estados Unidos sigue siendo la mayor economía del mundo, pero hasta los campeones más sólidos necesitan rotar el bullpen. Los mercados, por ahora, actúan como si el país pudiera seguir lanzando deuda sin consecuencias. Pero cuando la realidad entre al plato, más de uno quedará fuera de juego.