Schwarber encendió a Filadelfia con dos jonrones decisivo para la victoria.
PHILADELPHIA — Había silencio tenso en el dugout de los Filis. Kyle Schwarber, arrastrando un 0 de 22 a cuestas, se paró en la caja de bateo como quien no tiene nada que perder… y lo apostó todo. Segundo strike, cuarto inning, una carrera abajo, Yoshinobu Yamamoto en la loma. Y entonces, boom.
El batazo no solo fue largo. Fue brutal. 455 pies de furia comprimida, directo sobre las gradas del jardín derecho. Se fue como un rayo —117.4 mph de velocidad de salida, según Statcast— y con él se fueron también los fantasmas que venía cargando Schwarber desde el cierre de la temporada regular. Los medios especializados lo describen como una hazañas deportiva.
Por que el tablazo de Schwarber no solo empató el marcador. Prendió la mecha de una ofensiva que hasta ese momento parecía dormida. Fue el primer hit del equipo en toda la noche, y abrió la puerta para un rally de tres carreras que volteó el juego y, quizás, la serie entera.
Para Schwarber, fue como volver a encender una vieja máquina de guerra. Más tarde, en el octavo inning, volvió a sacar el bate pesado y le cazó un pitcheo a Clayton Kershaw, mandándolo a volar por el jardín derecho. Otra vez a las gradas. Otro golpe certero. Ese fue su jonrón 23 en postemporada, superando al mítico Bernie Williams y metiéndose de lleno en el podio de todos los tiempos. Solo Manny Ramírez (29) y José Altuve (27) han pegado más.
Pero volvamos al primero. Ese jonrón fue su quinto en playoffs que supera los 450 pies, más que ningún otro jugador desde que Statcast empezó a medir estas locuras en 2015. Solo Freddie Freeman ha conectado más de uno de ese calibre, y apenas lleva dos. Schwarber está jugando en otra liga.
La noche acabó con un 8-2 claro y sin discusión. Los Filis no solo evitaron la eliminación: la mandaron al dugout de los Dodgers, donde el ambiente se volvió de hielo. Schwarber pasó de ser un fantasma a convertirse en la pesadilla de Los Ángeles. En una serie donde cada swing puede cambiar la historia, él recordó a todos que todavía sabe pegar donde duele.
No fue una victoria cualquiera. Fue una declaración. Los Filis están vivos, y su cañonero acaba de despertar.