Hilton lanza su Informe de Tendencias 2026, revelando que los viajeros ya no buscan simplemente desconectarse, sino reconectarse con lo que realmente importa.
En 2026, el turismo da un giro inesperado: los viajeros están dejando atrás el ritmo frenético de “verlo todo” para enfocarse en experiencias con intención. Así lo confirma el nuevo Informe de Tendencias de Hilton, que no solo mide qué quieren los viajeros, sino también por qué lo quieren.
El estudio, basado en encuestas a más de 14,000 personas en 14 países, pinta un panorama claro: el viaje ya no empieza con un destino, sino con una motivación.
Más del 60 % de los encuestados afirma que se tomaría un descanso largo del trabajo para viajar durante meses —o años— si pudiera. No se trata de vacaciones fugaces, sino de un cambio profundo en la forma de entender el tiempo libre. Para muchos, incluso, el pasaporte vale más que el sueldo: la mitad de los viajeros estaría dispuesta a ganar menos a cambio de días libres ilimitados.
Pero no todo es aventura en solitario. El informe revela que hay un esfuerzo consciente por reconectar con uno mismo, sí, pero también con la familia, las raíces y las pasiones personales. El 72 % quiere usar sus vacaciones para explorar un hobby o desarrollar una nueva habilidad. Al mismo tiempo, el 54 % haría un viaje de negocios solo para alejarse de la rutina familiar. Es decir, descansar no es sinónimo de soledad, pero sí de espacio propio.
Viajar también es llevarse la casa encima.
La comodidad pesa más que nunca. Casi la mitad de los viajeros prefiere cocinar durante sus viajes, y un 77 % se entretiene paseando por los supermercados locales, un nuevo tipo de “turismo culinario” que mezcla lo cotidiano con lo exótico. Incluso las mascotas y las plantas entran en la ecuación: el 64 % de los dueños de mascotas prioriza su bienestar al planear un viaje.
Y hablando de familia, los niños no solo acompañan: también deciden.
En México, 73 % de los padres y abuelos dice que involucra activamente a los más jóvenes en la planificación de las vacaciones. En paralelo, se está poniendo de moda un formato inesperado: las vacaciones “salta generaciones”, donde los abuelos viajan con los nietos sin los padres de por medio. Un fenómeno que mezcla tradición con libertad.
Y como si eso no bastara, hay un intento serio por recuperar lo esencial: más de la mitad de las familias planea momentos sin pantallas durante el viaje. No para imponer reglas, sino para reconectar de verdad.
El viaje ya no es solo un descanso. Es una decisión emocional.
El informe de Hilton no habla solo de números, sino de una tendencia global: la necesidad de recuperar el control, la calma y el sentido. En un mundo cada vez más rápido, los viajeros quieren ir más despacio, pero con dirección. Porque al final del día, lo que más importa no es a dónde vamos, sino por qué lo hacemos.