En ese foro ocurren incidencias que recuerdan los fuertes choques de ideas de líderes participantes en asambleas anteriores.
El debate de la 80ª Asamblea General de la ONU, celebrada recientemente en Nueva York, se caracterizó por las palabras impactantes de los representantes de los gobiernos de todo el mundo.
En ese foro ocurren incidencias que recuerdan los fuertes choques de ideas de líderes participantes en asambleas anteriores. Ese es el mejor escenario para atacarse entre sí y también consensuar o rechazar decisiones respecto a los diferentes problemas que padecen las naciones.
Pero por ocho décadas la ONU continúa siendo una institución inepta e incapaz de darse a respetar de los países miembros. Las decisiones que adopta, nadie las acata. Es un escenario donde cada año acude el liderazgo político mundial a debatir temas importantes, pero en medio de las discusiones siempre surgen intensas confrontaciones ideológicas, políticas y sociales, caracterizadas por ataques fulminantes, muchas veces de tipo personal. Es un divertido circo para el disfrute del público mediático morboso.
En esta ocasión, se repitió la misma receta. El presidente norteamericano Donald Trump dirigió los cañones contra la ONU, diciendo que no había ayudado a su labor de pacificación. Cuestionó que ese organismo lo único que hacía era escribir cartas enérgicas a las que no daba seguimiento y que sus palabras vacías no ponían fin a los conflictos bélicos.
Por igual, atacó a la entidad hemisférica por la ayuda que otorgaba a los solicitantes de asilo que esperaban entrar en Estados Unidos y al respecto expresó que "se supone que la ONU debe detener las invasiones, no crearlas ni financiarlas". Trump, además, la emprendió en contra de sus aliados europeos por invertir en energías renovables y abrir las fronteras a la migración ilegal.
Otro detalle relevante fue la alocución del mandatario colombiano Gustavo Petro, que se basó en lanzar críticas por la crisis en Gaza, la política antidrogas de Estados Unidos en la región del Caribe y la migración e hizo un llamado a la comunidad internacional para que se una en la lucha por la paz y los derechos humanos.
Al salir del foro hemisférico, dirigiéndose a una multitud de manifestantes pro palestinos frente a la sede de la ONU, Petro pidió a todos los soldados del Ejército de Estados Unidos que no apunten sus fusiles contra la humanidad. "¡Desobedezcan la orden de Trump! ¡Obedezcan la orden de la humanidad!", añadió. Pidió una fuerza armada global cuya prioridad "sea liberar a los palestinos" y agregó: "Esta fuerza tiene que ser mayor que la de Estados Unidos".
Horas después, el Departamento de Estado de Estados Unidos anunció la revocación de la visa al dignatario suramericano “debido a sus acciones imprudentes e incendiarias".
Otro aspecto de la Asamblea fue el desplante, por parte de decenas de funcionarios de diferentes países, al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, al que abuchearon y se retiraron de la sala cuando éste subió al estrado para justificar los bombardeos en la Franja de Gaza. Naturalmente, sus aliados lo aplaudieron.
Esos incidentes son comunes en las sesiones de la ONU. Allí, es normal el intercambio de disparos verbales. Hurgando en los registros periodísticos encontré escenas similares sucedidas en años anteriores:
El 26 de septiembre de 1960, Fidel Castro ganó un lugar en el Libro Guinness de los Récords al pronunciar una disertación de 4 horas y 29 minutos, siendo la más larga de la historia en la ONU.
El 13 de octubre de 1960, el primer ministro soviético Nikita Kruschev reaccionó con furia ante la prédica del delegado de Filipinas que acusaba a la Unión Soviética de haberse tragado a los países de Europa del Este y de haberlos despojado de sus derechos. En esa ocasión golpeó con fuerza la mesa con ambos puños, se quitó su zapato derecho, lo levantó en el aire en forma amenazante, y lo colocó sobre la mesa.
El 13 de noviembre de 1974, Yasser Arafa, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), fue invitado a comparecer ante la Asamblea General a solicitud del Movimiento de Países No Alineados. Su perorata culminó con la histórica frase: "He venido portando una rama de olivo en una mano y el arma de un luchador por la libertad en la otra. No dejen que caiga de mi mano la rama de olivo".
El 1 de octubre de 1975, el mandatario ugandés, Idi Amín, acudió a ese escenario negándose a hablar en inglés al considerarla una lengua imperialista y colonialista, por lo que cedió la palabra a su representante permanente ante el organismo internacional, quien leyó su discurso en ese idioma. Amín hizo duras acusaciones contra entidades foráneas, como Amnistía Internacional a la cual acusó de calumniar en un centenar de países soberanos y de interferir en los asuntos internos de las naciones.
Por igual, recordamos las palabras del entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ante la Asamblea General de 2006: "Ayer estuvo el diablo aquí, en este mismo lugar; huele a azufre todavía, en esta mesa, donde me ha tocado hablar". La frase “huele a azufre” era una referencia al entonces mandatario norteamericano George W. Bush, quién arengó horas antes en el podio.
En el 2009, el líder libio Muamar Gaddafi hizo su primera aparición en esa sesión con una disertación de 100 minutos, lanzando críticas demoledoras contra el Consejo de Seguridad al que equiparó con el grupo Al-Qaeda. "No debería ser llamado Consejo de Seguridad, debería ser llamado Consejo del terror", dijo.
Durante la sesión de 2010, el entonces gobernante iraní Mahmoud Ahmadinejad (2005-2013) detalló su versión sobre lo ocurrido en los atentados del 11-S en Nueva York y Washington, en el 2001. Acusó el gobierno de los Estados Unidos de estar detrás de esos ataques terroristas, lo cual generó la protesta inmediata y la retirada de 33 delegaciones diplomáticas, incluyendo a la estadounidense, israelí y varias europeas, lideradas por Francia.
El 19 de septiembre del 2017, en su primera intervención como presidente de los Estados Unidos ante la ONU, Donald Trump amenazó con "aniquilar totalmente" a Corea del Norte por promover el programa nuclear.
"Ninguna nación en la Tierra tiene el interés de ver que esta banda de criminales se arme con dispositivos nucleares y misiles. Estados Unidos tiene fuerza y paciencia, pero si se ve obligado a defenderse o a defender a sus aliados, no habrá otra opción que la total destrucción de Corea del Norte", dijo el presidente, quien se refirió a su homólogo coreano Kim Jong-un como "el hombre cohete".