Advierte que la entrega de esos misiles a Ucrania dinamitará el acercamiento bilateral con EEUU.
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha enviado un mensaje directo y sin adornos a Estados Unidos en el que indica que si la Casa Blanca cruza la línea y entrega misiles Tomahawk a Ucrania, las ya maltrechas relaciones bilaterales que Donald Trump ha intentado, con dificultad, recomponer, quedarán completamente dinamitadas.
La amenaza de los misiles de crucero de largo alcance Tomahawk ha estado rondando en las discusiones militares desde hace un tiempo. La sola mención de su posible transferencia ha encendido las alarmas en el Kremlin.
De hecho, a finales del mes pasado, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, calificó una eventual entrega como una decisión "sorprendente", recordando que EE. UU. no suele entregar este tipo de armamento a cualquiera.
Sin embargo, ha sido Putin quien ha subido la apuesta al máximo nivel, poniendo en riesgo cualquier atisbo de acercamiento entre Washington y Moscú.
La sentencia de Putin
Hablando con la radiotelevisión pública rusa, y en declaraciones recogidas por la agencia TASS, el líder del Kremlin no dejó espacio a la interpretación. Sostuvo que si los Tomahawk llegan a Kiev, significaría el fracaso absoluto de la diplomacia que se ha intentado construir en los últimos tiempos.
“Esto conducirá a la destrucción de nuestras relaciones o, al menos, las tendencias positivas emergentes en estas relaciones”, manifestó Putin con una gravedad palpable. El mensaje es claro: si EE. UU. opta por inyectar un arma de este calibre en el conflicto, Rusia considerará la acción como una escalada que imposibilita la normalización de lazos.
El presidente ruso, consciente de la tensión internacional que generan estas palabras, quiso recalcar que la decisión final no está solo en su cancha. "Así que digo lo que pienso: el resultado de las cosas no depende solo de nosotros, o solo de mí", remachó, trasladando la responsabilidad directamente al lado estadounidense.
En esencia, el Tomahawk se ha convertido en el punto de quiebre en la diplomacia entre las dos potencias. Para Moscú, la entrega de este misil de ataque terrestre sería vista no solo como una ayuda a Ucrania, sino como un acto hostil directo que torpedearía cualquier esfuerzo de acercamiento político con la administración de Trump.
Ahora la pelota, en este peligroso juego de estrategia, ha quedado firmemente en el tejado de Washington. Este aerticulo ibnclkuye dartos de Europa Press..