El mar de fondo azota con fuerza; se prohíbe la navegación y se advierte a los bañistas
El vaivén del mar, usualmente un atractivo para turistas y pescadores, se ha transformado en una amenaza palpable a lo largo de toda la costa Atlántica de la República Dominicana. Las autoridades han emitido una alerta crítica, instando a la máxima precaución en todas las actividades marítimas y costeras.
La advertencia a los operadores de embarcaciones frágiles, pequeñas y medianas es que deben permanecer en puerto sin excepción. El motivo es el mismo: un peligroso oleaje asociado al fenómeno de mar de fondo, que eleva el riesgo de naufragio y accidentes.
Para quienes disfrutan de las playas, el mensaje también es urgente. Las condiciones actuales han generado fuertes rompientes y, más alarmante aún, poderosas corrientes de resaca que pueden arrastrar con facilidad incluso al bañista más experimentado.
La recomendación ineludible es consultar a las autoridades locales antes de poner un pie en la arena o intentar refrescarse en el agua. El mar Caribe, en cambio, mantiene condiciones de navegación relativamente más estables, aunque la vigilancia nunca debe cesar.
¿Qué está pasando en el mar?
Este peligroso panorama marítimo no es casualidad; es el resultado de una convergencia de fenómenos meteorológicos que actúan sobre la región.
En la atmósfera superior, una Vaguada sobre el territorio dominicano está generando inestabilidad. A esto se suma, en las aguas del Atlántico al norte del país, un Sistema frontal que impulsa corrientes y vientos. Los vientos predominantes, del este/sureste en la costa atlántica, están empujando con fuerza el agua hacia tierra. Finalmente, una Onda tropical al este del Arco de las Antillas Menores añade otro factor de riesgo potencial a la ecuación.
Pronóstico por zonas
El impacto de estos factores se siente con distinta intensidad a lo largo de la costa, pero la amenaza es generalizada, especialmente en el tramo norte y este:
Desde Cabo Engaño hasta Miches, incluyendo el tramo del Parque Nacional del Este, se prevén olas de 6 a 8 pies de altura, con periodos de oleaje largos (13 segundos) que indican una fuerza considerable. Este es el epicentro de la alerta. La dirección del viento, del este/noreste, junto a las ráfagas que se esperan, agrava el peligro.
Más al oeste, de Miches a Cabo Cabrón (incluyendo Samaná y Hato Mayor) y de Cabo Cabrón a Cabo Francés Viejo (Nagua), las olas se mantienen en un rango crítico de 4 a 8 pies, con un periodo de 12 segundos, lo que exige la misma cautela. La Bahía de Samaná ofrece un leve respiro (olas inferiores a 2 pies), pero fuera de ella la situación cambia drásticamente.
El sector noroccidental, de Cabo Francés Viejo hasta Bahía de Manzanillo (Puerto Plata y Montecristi), no se queda atrás, con olas que pueden alcanzar los 6 a 8 pies.
Mientras tanto, en la zona suroccidental y sur, de Cabo Rojo a Punta Salinas y el Parque Nacional del Este (Pedernales, Barahona, Azua, Peravia, San Cristóbal), las alturas de ola son menores, de 1 a 3 pies. No obstante, el llamado a la prudencia se mantiene, pues las condiciones pueden variar rápidamente mar adentro y el riesgo de corrientes siempre está presente.
La emergencia marítima requiere un cumplimiento estricto de las directrices. La vida y la seguridad son la prioridad, y el mar, en estas condiciones, no admite descuidos. Las autoridades mantendrán el monitoreo constante de la situación.