El PMA advierte que el país está “al límite” y urge ayuda urgente
PUERTO PRÍNCIPE. La situación en Haití no solo empeora, sino que está alcanzando niveles insostenibles. En medio de una crisis que combina violencia desbordada, hambre creciente y una escasa presencia internacional, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) lanza un grito de alerta: el país está “al límite”.
El organismo advierte que cerca del 90 % de la capital haitiana, Puerto Príncipe, está controlada por grupos armados. Esa expansión criminal no solo impide la llegada de ayuda humanitaria, sino que también estrangula la economía local: agricultores que antes llevaban sus productos al mercado hoy están atrapados por el miedo o directamente desplazados.
Esa parálisis en la producción y distribución ha disparado los precios de los alimentos, agravando una inseguridad alimentaria que ya era crítica. Según datos del propio PMA, más de la mitad de la población haitiana —unos 5 millones de personas— no tiene acceso a una alimentación adecuada. El país se hunde en una espiral donde la violencia y el hambre se retroalimentan.
Wanja Kaaria, directora del PMA en Haití, no se anduvo con rodeos: “La violencia ha consumido cada esquina de la capital. Ya ni las zonas rurales son un refugio. Los grupos armados están empezando a expandirse fuera de sus habituales focos urbanos, lo que complica aún más cualquier intento de asistencia o recuperación”.
En medio de esa tormenta perfecta, los recortes de financiación internacional agravan el cuadro. La agencia se ha visto forzada a suspender el suministro de comidas calientes a desplazados y, por primera vez, no ha podido almacenar alimentos para prevenir desastres durante la temporada ciclónica. Esto, en un país expuesto año tras año a huracanes devastadores.
Las cifras son estremecedoras. Al menos 1.3 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares buscando refugio y comida. Muchos se hacinan en escuelas o edificios públicos, sin ingresos ni servicios básicos. Más de la mitad son niños. La desnutrición infantil se ha disparado, sobre todo en zonas remotas donde la ayuda simplemente no llega.
“El impacto es brutal. Familias enteras se están quedando sin esperanza”, afirma Kaaria. En este contexto, el llamado del PMA es claro: urge una respuesta internacional inmediata. Piden al menos 139 millones de dólares para poder sostener las operaciones humanitarias más urgentes en 2026.
Sin embargo, Haití sigue siendo uno de los países más olvidados en los presupuestos globales de asistencia. A pesar de estar al borde del colapso, su drama se pierde entre otros conflictos más visibles. Y mientras tanto, su población sobrevive —o lo intenta— en medio del caos, el miedo y el hambre.
El tiempo corre, y para millones de haitianos, cada día sin respuesta internacional es una condena silenciosa.