Aportes de la Iglesia Católica a la Sociedad Dominicana.
Arquidiócesis de Santo Domingo. Para el próximo mes de noviembre del 2025 se realizará en la UASD el Congreso de Filosofía. Será una oportunidad para presentar un acercamiento al mundo del pensamiento desde la vía del diálogo para alcanzar la verdad ante la oposición de pareceres. Diálogo, término que proviene del griego διαλέγομαι (Dialégomai) comoconversación de varios interlocutores que discurre a partir de significaciones distintas entre sí para encontrar sus nexos afines.
Las fuentes del pensamiento occidental del diálogo se encuentran en Sócrates (469-399 AC) aborda temas de corte vital del método dialéctico de preguntar y responder llamado heurística que dieron paso a los diálogos estructurados de Platón (427-347 AC), el primer gran teórico del pensar dialogado que supera los extensos y continuos discursos de los sofistas.
El pensar platónico encuentra en el diálogo el camino más adecuado para explicar el ascenso de: lo sensible del alma a lo inteligible, del no ser al Ser, de lo múltiple al Uno. “El experticio de dialogar” se convierte en pathos soteriológico para el alma que busca contemplar la realidad inteligible el mundo de las Ideas.
San Agustín de Hipona (354-430 d.C.) en su incansable búsqueda de la verdad contempla el diálogo intratrinitario de las personas divinas de entre sí para la generación y la procesión divinas donde Dios se conoce en el Verbo y ama en el Espíritu Santo, conocimiento divino dialogal desde la experiencia bautismal en la Comunidad Cristiana Eucarística donde reside la posibilidad ddel diálogo entre el alma y Dios como certeza.
Autores diversos a lo largo de la historia del pensamiento como Nicolás de Cusa (1401-1464), Galileo Galilei (1564-1642) y David Hume (1711-1776) llevaron a consideración filosófica el problema de la comunicación con otros hasta que el cartesianismo de los siglos XVII y XVIII planteó el dualismo entre Dios y el mundo u oposición entre lo divino y lo mundano, la fe y la razón, premisa del desarrollo de las líneas del pensamiento idealista, iluminista, positivista y materialista.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) planteó que cualquier contraposición es vía de llegada a una afirmación necesitada de un medio pedagógico oreferencia de interés e impulso al espíritu humano situado en un proceso de interiorización conceptual, principio de conocimiento de la esencia de la realidad diferenciada. El sujeto desde su interior reflexiona sobre su entorno o campo de acción. La exposición de ideas ha de buscar ideas nuevas. La razón, sin dejar de ser la misma, se dilata hacia nuevos razonamientos. Las nociones adquiridas recurren a la fecundidad especulativa de la razón para dar el paso a la verdad sin racionalizar el dogma. El resultado es el descubrimiento vital de la verdad en lo infinito del espíritu humano abierto al conocimiento de nuevos objetos en el tiempo.
La fenomenología dialógica de Martin Heidegger (1889–1976), Jean-Paul Sartre (1905–1980), y muchos otros pensadores de la dimensión histórica de la experiencia del otro se formula como necesaria para encontrase consigo mismo 231. Hans-Georg Gadamer (1900-2002) plantea el diálogo “acontecimiento” que rompe distancias entre el sujeto y el objeto media que supone volcarse en lo externo, salir de sí para volver nuevamente a lo pleno de sí mismo.
Jürgen Habermas (1929) configura la ética dialógica: argumentación racional que presupone una comunidad o comunicación transformando el “yo trascendental” de Emmanuel Kant (1724-1804), en el “nosotros trascendental” que asegura la posibilidad del entendimiento entre varios.
El pensamiento judío del diálogo es el empalme ideal del mismo con la fe. La obra principal de Martin Buber: Yo y Tú, aborda el tema del diálogo como personalización de la realidad o experiencia del trato persona a persona, fundamento del encuentro del yo y el tú como relación personalista que implica tres aspectos:
Presencia.
Reciprocidad.
Responsabilidad.
El diálogo entre personas es correlativo al más cercano. Surge espontáneamente. Determina los momentos más importantes de la vida de los involucrados en el mismo dentro de un espacio determinado donde se acorta la brecha entre lo lejano y lo cercano. De esta forma lo diáfano mengua lo oscuro del pensamiento humano.
El pensamiento judío contemporáneo, tras el sustancial aporte de Martin Buber con su fenomenología del diálogo de gran influjo en la Francia de la postguerra, encuentra en Emmanuel Lévinas un referente por la búsqueda de respuestas a las cuestiones limites: la muerte, el miedo y la elevación del pensamiento al mas allá desde el conocimiento de lo terrestre. Temas tratados en su obra La Huella Del Otro.
En relación a Buber, Lévinas, da un paso adelante en el tema de la dimensión personal en su contexto real desde la afectividad del sujeto y sus circunstancias históricas que requieren de una expresión concreta al focalizarse en el Absoluto con: la superación definitiva o liberación histórica de la fabulación, de la óptica racionalista del materialismo, la política universal gestora única de la construcción de la comunidad del futuro y la no utilidad de la caducidad del yo.
La pretensión injustificada de la violencia para afirmar los argumentos es contraria al auténtico diálogo, manera idónea de afrontar las vicisitudes de la historia en el campo cultural y filosófico. La necesidad de la dialéctica entre la fe y la razón es el “paso” de la parte más viva del pensamiento. Aquello que él llama la nostalgia de redención. El autor hace una crítica al ejercicio del poder en el mundo moderno y contemporáneo, argumentando que el ateísmo y el agnosticismo carecen de conciencia histórica, fruto del drama de la guerra, y pide una vuelta al pensamiento antiguo, capaz de poner límites a cualquier tendencia totalizadora sin Dios.
La encíclica del Diálogo Misionero Ecclesiam Suam (Su Iglesia) del Papa San Pablo VI se basa en este trasfondo histórico del pensamiento, lo que determinó su influencia en el Concilio Ecuménico Vaticano II que reconocía la dimensión de la Iglesia necesitada siempre de la revelación de Dios en Jesucristo como institución en contacto con la cultura a la luz del magisterio eclesial.
La encíclica Ecclesiam Suam contiene los fundamentos teológicos del diálogo como sello de identidad de la Iglesia y cumbre de madurez de la misma en sus relaciones. El Concilio Ecuménico Vaticano II ratifica de manera irreversible el carácter dialogante de la Iglesia con el ámbito de las ciencias, con el mundo del pensamiento, con las comunidades cristianas separadas, con las religiones mundiales y con la filosofía humanista.
Durante la última parte del segundo año de su pontificado; tomando todo el tiempo que requirió, San Pablo VI, en un hecho inédito en la historia de la Iglesia, publica el 6 de agosto de 1964, previo al inicio de la tercera sesión conciliar, la encíclica programática Ecclesiam Suam con la pretensión de ser un faro de luz para el Concilio mismo y en tres reglones para toda la vida de la Iglesia:
Siempre dialogante.
En la búsqueda común de la verdad.
Modelo de las relaciones humanas.
La primera de las 7 encíclicas del Papa del dialogo misionero, Ecclesiam Suam, traza los caminos que Iglesia Católica debe seguir en la actualidad para cumplir en una actitud coloquial su misión en el ámbito intraeclesial, con las otras confesiones cristianas, con los no cristianos y los no creyentes. Una amplia tarea que apenas está dando sus pequeños pasos.
Hemos querido presentar este artículo en la fecha del natalicio del Papa San Pablo VI. He aquí nuestro aporte a un tema de profundo interés y necesidad en el ámbito de la filosofía y la fe para el desarrollo y la paz en el mundo de hoy. *El autor es PhD y Post-doctorado en Teología Católica. Padre Manuel Antonio Garcia Salcedo*.