El crecimiento de la robótica y la IA redefine empleo, sociedad y relaciones humanas
La frontera entre ciencia ficción y realidad se acorta. Los androides humanoides, impulsados por inteligencia artificial generativa (IAG) y robótica avanzada, dejan de ser curiosidades tecnológicas para integrarse a la vida cotidiana. Este crecimiento, que hace apenas dos décadas parecía lejano, plantea retos sociales, laborales y éticos de enorme magnitud.
A comienzos del siglo XXI, los robots humanoides eran poco más que un concepto. Para 2025, el planeta albergará más de 10 000 androides en una población humana que superará los 8 200 millones. Y las proyecciones para 2050 son aún más sorprendentes: 1 000 millones de androides frente a unos 9 200 millones de personas.
Un artículo del demógrafo Joseph Chamie en el portal de IPS refiere que la demanda de mano de obra, el envejecimiento poblacional y el rechazo a la inmigración han empujado a gobiernos e industrias a apostar por estas tecnologías.
Los androides ya se despliegan en educación, entretenimiento, salud, manufactura y tareas domésticas, impulsados por la caída de los costos de producción y una competencia feroz entre países. Pero su ascenso viene acompañado de inquietudes: la IAG puede reproducir prejuicios sociales, reforzar estereotipos e incluso profundizar la desigualdad económica.
Temores y encuestas reveladoras
Mientras en Brasil, China o India la mayoría ve la inteligencia artificial con buenos ojos, en potencias como Japón, Alemania y Estados Unidos menos del 40 % expresa confianza. En 2024, un sondeo en los países del G7 mostró que ocho de cada diez personas temen perder su empleo frente a los androides, y siete de cada diez creen que dominarán las interacciones sociales.
El llamado “efecto valle inquietante” también pesa: seis de cada diez encuestados prefieren robots que no se parezcan demasiado a los humanos, por la extraña sensación que generan las imitaciones casi perfectas.
Androides para la soledad, robots para la guerra
La soledad global —que afecta a más de mil millones de personas, según la OMS— ha dado origen a los Socibots, diseñados como compañeros sociales con sensores y capacidad de conversación. Pueden convertirse en educadores, asistentes o amigos virtuales en hospitales, escuelas y hogares.
En el extremo opuesto están los warbots, sistemas militares capaces de operar de forma autónoma. Aunque aún requieren supervisión, su avance inquieta a organizaciones que exigen una prohibición internacional para evitar que se conviertan en “robots asesinos”.
Un futuro abierto
El despliegue de androides exige regulaciones claras para proteger derechos humanos, empleo y privacidad. Sin ellas, advierten expertos, la dependencia tecnológica podría derivar en aislamiento social, pérdida de conexión humana y mayor concentración de poder económico.
Mientras inversionistas destacan su eficiencia y capacidad de generar riqueza, otros alertan sobre una posible “exageración humanoide”: los robots aún no igualan las habilidades prácticas de los humanos. Lo cierto es que la convivencia entre humanos y androides ya no es una hipótesis lejana, sino un escenario en rápida construcción.
El artículo de Joseph Chamie, demógrafo y consultor, exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas puede leerse: https://ipsnoticias.net/2025/09/el-auge-de-los-androides-entre-las-poblaciones-humanas/