El clima amenaza, pero la Feria del Libro mantiene su pulso cultural vivo
Santo Domingo. — La lluvia no da tregua, pero la Feria Internacional del Libro Santo Domingo (FILSD) 2025 tampoco se rinde. Tras una inauguración bajo cielos nublados el jueves, el viernes fue directamente cancelado por las tormentas. Este sábado, aunque con paso tímido y paraguas en mano, la programación logró encender motores.

El evento, que se extenderá hasta el 5 de octubre, sigue siendo la cita literaria más importante del país. Con más de 600 actividades, 15 pabellones temáticos y 63 editoras participantes —39 nacionales y 24 internacionales—, la FILSD se propone resistir incluso al clima.
Y aunque la asistencia de público ha estado por debajo de lo esperado, los actos se han desarrollado. Como si el libro, en su terquedad, se negara a suspender su fiesta. El Ministerio de Cultura insiste en su llamado a la ciudadanía: “la feria está abierta, vengan y disfruten”.
El corazón de la feria late en la historia
Uno de los momentos más significativos de este sábado fue el acto en homenaje al historiador Frank Moya Pons. En el Pabellón que lleva su nombre, instalado en la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, la Editora Nacional presentó cuatro obras que lo celebran como autor y figura clave en la construcción del pensamiento histórico dominicano.

Se trata de las ediciones 2025 de La otra historia dominicana, Otras miradas a la historia dominicana, Historia dominicana para todos y la Biografía gráfica Frank Moya Pons, escrita por Miguel Reyes Sánchez. La presencia del ministro de Cultura, Roberto Ángel Salcedo, dio peso institucional al acto.
“Esta dedicatoria no es solo merecida, es un acto de justicia”, dijo Salcedo, subrayando el impacto del historiador en la identidad cultural del país. Joan Ferrer, director de Ferias del Libro, tuvo a su cargo la presentación oficial.
Las obras compiladas por Moya Pons ofrecen una perspectiva alternativa a la historia dominicana, alejándose del relato oficial y acercándose a los márgenes, a las voces olvidadas. La Biografía gráfica, por su parte, pone rostro y contexto al autor: un intento por entender al hombre detrás del legado.
Este lanzamiento múltiple no solo fue uno de los actos centrales del día, también un recordatorio de que el pasado sigue vivo cuando se cuenta bien.
Niños, cuentos e ilustraciones
Antes del homenaje a Moya Pons, el pabellón infantil de la feria fue inaugurado con la exposición “Taína Almodóvar, 10 años en la ilustración infantil”. Un recorrido visual que celebra la trayectoria de la artista dominicana radicada en España.
La muestra fue abierta oficialmente por el ministro Salcedo, acompañado por el viceministro de Identidad Cultural y Ciudadanía, Pastor de Moya, y el popular booktuber infantil Albert Cuentacuentos, quien presentó una semblanza de la ilustradora. También intervino la escritora Farah Hallal, quien destacó el estilo “minimalista y universal” de Almodóvar.
Con emoción contenida, Almodóvar agradeció el espacio y recordó que todo comenzó cuando tenía apenas tres años, dibujando lo que su madre le contaba. Lo suyo, dijo, “es contar historias sin palabras”.
Una carrera entre dos mundos
Taína Almodóvar ha construido una carrera sólida entre República Dominicana y España. Diseñadora gráfica de formación, encontró en la literatura infantil una forma de unir imagen y palabra. Su estilo, cercano y colorido, conecta con niños de distintos contextos y culturas.
Entre sus obras figuran títulos como Valentina sueña con los animales, El poder de las mariposas —un homenaje a las Hermanas Mirabal— y Un banco de historias, editado por los 80 años del Banco de Reservas. Ha recibido premios en Madrid y Barcelona, incluyendo el galardón al mejor libro ilustrado en lengua española y catalana en la Feria del Libro de Barcelona por El hombre azul brillante.
La feria le rinde homenaje no solo como artista, sino como una voz que conecta generaciones a través del arte.
Una feria que insiste
A pesar de los obstáculos climáticos, la FILSD 2025 sigue en pie. La lluvia puede mojar, pero no disuelve la pasión por los libros. El homenaje a Moya Pons y la exposición de Almodóvar son prueba de que la feria no se trata solo de ventas o firmas. Es un punto de encuentro. Una resistencia cultural que, incluso entre charcos, sigue diciendo presente.
La esperanza es que los próximos días permitan mayor participación del público. Pero mientras tanto, entre los pasillos medio vacíos y los stands aún brillando bajo los toldos mojados, se sigue leyendo. Porque cuando la lluvia cae, nada mejor que refugiarse en una buena historia.