Sequías más frecuentes amenazan el futuro de la vía interoceánica; expertos advierten sobre la necesidad de mitigación y adaptación urgente.
El Canal de Panamá, una de las arterias más estratégicas del comercio mundial, enfrenta un futuro incierto bajo los efectos del cambio climático. Sequías más intensas y frecuentes, provocadas por el calentamiento global, amenazan con interrumpir el tránsito de miles de barcos que cruzan cada año sus esclusas. Así lo advierte un estudio del profesor Samuel Muñoz, de la Universidad de Northwestern, publicado en la revista Geophysical Research Letters.
La investigación parte de una realidad conocida, pero cada vez más evidente: el canal depende del agua dulce que aporta el lago Gatún, un embalse alimentado casi en su totalidad por las lluvias. Esa reserva es esencial para inundar las esclusas y permitir que los buques crucen de un océano al otro. Cada tránsito consume enormes cantidades de agua y, en tiempos de sequía, el nivel del lago cae hasta el punto de obligar a reducir tanto el peso como el número de embarcaciones que pueden pasar.
“Esta vía es vulnerable a la sequía, y esa vulnerabilidad aumenta con el cambio climático”, sostiene Muñoz. Sus simulaciones climáticas, realizadas con 27 modelos distintos, proyectan escenarios preocupantes: si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan en niveles moderados o altos, las condiciones de bajamar se harán más comunes y severas. En cambio, en los escenarios con reducciones significativas de emisiones, los niveles de agua tenderían a estabilizarse.
El impacto no es menor. El canal moviliza anualmente alrededor de 14.000 embarcaciones, incluidas el 40% de los portacontenedores que abastecen a Estados Unidos. La investigación recalca que el futuro de la vía es también el futuro de la cadena de suministros global. “Si no vamos a mitigar las emisiones, se necesitan importantes medidas de adaptación para mantenerlo en funcionamiento”, advierte Muñoz.
Las autoridades panameñas ya trabajan en ese camino. Entre sus planes figura la construcción de un nuevo embalse que complemente al lago Gatún, además de estrategias para aprovechar de forma más eficiente los recursos hídricos actuales. El desafío es doble, porque el mismo lago no solo alimenta el canal, también abastece de agua potable a la Ciudad de Panamá y genera energía hidroeléctrica.
El estudio también señala el papel incierto de fenómenos como El Niño-Oscilación del Sur, que influyen directamente en las lluvias de la región. Aunque los modelos más avanzados apuntan a condiciones más secas en el istmo, persiste un margen de duda que complica la planificación a largo plazo.
Aún así, la advertencia es clara: sin medidas de mitigación y adaptación, el canal podría ver reducida su capacidad en las próximas décadas. Para Muñoz, la decisión no es si actuar o no, sino qué tan rápido se hará. “La gestión inteligente y la mitigación serán clave para mantener los barcos en movimiento”, concluye.