La decisión podría ser un tiro en el pie para EE. UU., mientras India y China se preparan para atraer al talento global más brillante.
La decisión de la administración Trump de imponer un cargo de $100,000 por cada solicitud de visa H-1B no solo podría dañar la posición de Estados Unidos como líder en tecnología, sino que también podría darle una ventaja competitiva a sus principales rivales, India y China.
Esta es la advertencia de Nigel Green, director ejecutivo de deVere Group, un gigante global en asesoría financiera. Según Green, lo que se presenta como una medida para proteger a los trabajadores locales, en realidad podría tener un efecto totalmente contrario.
Durante décadas, Estados Unidos ha construido su hegemonía tecnológica importando a las mentes más brillantes del mundo. El programa de visas H-1B, que admite a unos 85,000 profesionales altamente calificados cada año, ha sido la columna vertebral de este modelo. Aproximadamente el 70% de estos trabajadores provienen de la India, y cerca del 12% de China.
Se estima que su contribución a la producción estadounidense es de unos $100,000 millones anuales, y han sido los fundadores o líderes de la mayoría de las empresas emergentes valoradas en mil millones de dólares.
Según Green, esta ventaja, en la que otras naciones financian la educación de sus mejores cerebros para que luego trabajen en EE. UU., ahora se está perdiendo.
Los mercados no tardaron en reaccionar. Los índices bursátiles de la India, el Nifty 50 y el Sensex, cayeron inicialmente. Sin embargo, los analistas pronostican un rápido repunte.
¿La razón? Las grandes corporaciones globales no detienen la innovación; simplemente la reubican. "Cuando surgen barreras en Washington, las empresas globales no cancelan la innovación, la reubican", sentenció Green.
India y China, listos para la jugada
Mientras Estados Unidos levanta muros, sus competidores abren sus puertas. India tiene la infraestructura, la mano de obra y las políticas gubernamentales para absorber el trabajo que antes se quedaba en EE. UU. Sus exportaciones de tecnología y procesos de negocios ya superan los $280,000 millones, con una rupia estable y más de un millón de ingenieros recién graduados cada año.
Por su parte, China tampoco pierde el tiempo. Pekín ha introducido una visa K simplificada para atraer a expertos extranjeros en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). Los gobiernos provinciales ofrecen incentivos agresivos como becas de investigación, exenciones fiscales y subsidios de vivienda para atraer al talento que solía ir a Silicon Valley. "China ve una oportunidad estratégica y no pierde el tiempo", agregó Green.
El efecto dominó se siente en todo el mundo. Canadá, el Reino Unido, Alemania y Corea del Sur están facilitando las vías para inmigrantes de alta tecnología, mientras las universidades estadounidenses temen una caída en las matrículas internacionales de doctorado.
Para Green, el nuevo impuesto H-1B no solo no protegerá los empleos estadounidenses, sino que podría redirigir la innovación y la inversión a países más abiertos. Las empresas que dependen de la experiencia importada enfrentarán costos más altos y ciclos de desarrollo más largos.
El mercado global ya está ajustándose a esta nueva realidad, y los ganadores, según Green, serán los líderes de TI indios, las empresas chinas de inteligencia artificial y las corporaciones multinacionales con una sólida capacidad de externalización.