Las personas con dolor crónico tienden a ser más perfeccionistas y menos autocompasivas, afectando su salud mental.
Un nuevo estudio de la Universidad Murdoch, en Australia, ha revelado que la personalidad puede jugar un papel crucial en la forma en que las personas experimentan y manejan el dolor crónico. Los investigadores encontraron diferencias significativas en los rasgos psicológicos entre quienes sufren de dolor constante y quienes no, sugiriendo que un poco de autocompasión podría ser de gran ayuda.
El estudio, que analizó a más de mil participantes, mostró que el dolor crónico está asociado con niveles notablemente más altos de perfeccionismo y niveles reducidos de autocompasión.
El doctor Graeme Ditchburn, líder del estudio, explicó que aunque se conoce la relación entre el estrés y el dolor, se sabe poco sobre cómo las expectativas perfeccionistas influyen en esa dinámica.
La investigación se realizó en dos partes: una con 531 personas que reportaron dolor crónico no canceroso por más de tres meses, y otra con 515 individuos sin dolor. Las condiciones más prevalentes en el primer grupo fueron el dolor de espalda, la migraña y la artritis.
Perfeccionismo y autocrítica: una carga adicional
El estudio sugiere que los individuos con dolor crónico pueden sentirse frustrados por las dificultades que enfrentan en su vida diaria, lo que los lleva a esforzarse por alcanzar metas poco realistas o inalcanzables. "Además, también pueden sentir que los demás tienen expectativas que son difíciles de cumplir", señala Ditchburn.
La falta de autocompasión se manifiesta como un miedo al juicio y a la autocrítica, lo que hace que los pacientes perciban su dolor y las limitaciones que causa como un fracaso personal. Esta mentalidad afecta negativamente la autoeficacia, o la confianza en la propia capacidad para lidiar con la situación, y puede tener graves consecuencias para la salud física y mental.
Los hallazgos sugieren que las intervenciones terapéuticas podrían centrarse en aumentar la autocompasión y abordar las tendencias perfeccionistas para beneficiar a las personas que sufren de dolor crónico. Los investigadores proponen que estudios futuros profundicen en cómo el tipo y la gravedad del dolor se asocian con estos rasgos de personalidad.
La conclusión es clara: el dolor crónico no es solo una condición física. Su impacto se entrelaza con factores psicológicos que, al no ser atendidos, pueden empeorar la experiencia del paciente. Comprender la relación entre la mente y el cuerpo es fundamental para encontrar tratamientos más integrales y efectivos. Con datos de Europa Press.

