En educación, los niveles de desigualdad en el país fueron, en general, más bajos que en la región durante la última década
Santo Domingo.- En los últimos años, la República Dominicana ha mostrado avances claros en la reducción de la desigualdad de ingresos, establecen estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El índice de Gini, que mide la distribución del ingreso, pasó de 0.445 en 2015 a 0.386 en 2024, una caída sostenida que confirma la tendencia hacia una mayor equidad. También, en 2023, el país perdió un 18.3 % de su Índice de Desarrollo Humano (IDH) por desigualdad, una cifra menor a la media regional (20.9 %).

Sin embargo, detrás de estas mejoras nacionales se esconden profundas brechas territoriales y sociales. El IDH ajustado por desigualdad —que considera salud, educación e ingresos— revela que el progreso no ha sido uniforme. En salud, por ejemplo, las desigualdades son persistentes y crecientes: en 2023 la diferencia con el promedio regional alcanzó 73.4 %, reflejando retos críticos en la atención primaria y, sobre todo, en la salud materna y neonatal.
En educación, los niveles de desigualdad en el país fueron, en general, más bajos que en la región durante la última década, aunque con fluctuaciones. Y en ingreso, la República Dominicana mostró una menor disparidad relativa que el promedio latinoamericano, con una contracción de cerca de 30 % entre 2020 y 2023.
Aún así, la mirada territorial del PNUD ofrece un retrato más desigual: entre 2010 y 2022, el país perdió 22 % de su potencial de desarrollo humano por las brechas regionales en acceso a salud, educación e ingresos. Mientras la región Ozama (Distrito Nacional y Santo Domingo) concentra un nivel de desarrollo humano alto, otras zonas se mantienen rezagadas. Las provincias fronterizas y la región Yuma —paradójicamente sede del polo turístico de Punta Cana— se ubican en niveles medio bajo o bajo.
Esta realidad plantea un dilema. Aunque el dinamismo económico avanza con fuerza, la reducción de la desigualdad avanza más lento. Según un pronóstico lineal, al país le tomaría unos 40 años alcanzar igualdad plena en el IDH ajustado por desigualdad, siempre que no se produzcan choques externos como crisis globales o desastres naturales.

La clave, entonces, está en acelerar el paso. Para lograrlo, se requiere una agenda integral:
- Alinear el crecimiento económico con bienestar social, impulsando la estrategia Meta 2036.
- Fortalecer la planificación territorial para derribar barreras de acceso a servicios y empleos dignos.
- Invertir más en salud preventiva y educación con enfoque territorial y de género.
- Impulsar políticas fiscales progresivas y una protección social universal.
- Atender las brechas invisibles de género, como la salarial o la de cuidados.
- Promover innovación y digitalización para la inclusión de jóvenes y comunidades vulnerables.
- Diseñar políticas de resiliencia ante los efectos del cambio climático.
La desigualdad no solo frena el progreso: lo fragmenta. La República Dominicana tiene ante sí la oportunidad de transformar su crecimiento económico en un desarrollo verdaderamente inclusivo y sostenible. El reto es claro: crecer, sí, pero sin dejar a nadie atrás.