Economizar es —o debe ser siempre— la palabra clave para alcanzar el progreso en cualquier sociedad hoy día.
Y sin teorizar mucho, podemos señalar algunas vertientes en las que puede —y debe— economizarse para mejorar situaciones.
1-Economizar el agua, sin importar si nos llega mucha o poca.
2. Economizar el tiempo, no importa si se es vago o empleado.
3. Economizar combustibles, no importa si está barato.
4. Economizar palabras, gestos y movimientos innecesarios.
5. Economizar las viejas ‘teorías’ que hoy no resuelven nada.
6-Economizar viajes innecesarios dentro o fuera del país.
7. Economizar en la compra de ropa y calzados innecesarios.
8-Economizar la basura diaria, eliminándola o usándola bien.
9-Economizar disputas obrero-patronales y alcanzar acuerdos.
10-Economizar dilemas en compras al campo y a campesinos.
11-Economizar ‘aventuras’ costosas y sin beneficios futuros.
12-Economizar el uso de papel, pues se hace de árboles.
13-Economizar el uso del material plástico por lo dañino.
14-Economizar las reyertas, pleitos y uso de armas blancas.
15. Economizar la fabricación y el uso de armas letales.
16-Economizar los ‘dimes y diretes’ que conducen a flagelos.
17. Economizar los enfrentamientos verbales entre vecinos.
18. Economizar los odios raciales y la chismografía insolente.
19-Economizar las mentiras y demagogias, diciendo la verdad.
20-Economizar, ricos y pobres, para alcanzar un mejor planeta.
NO ECONOMIZAR
En cambio, no debemos economizar nunca una sonrisa, los saludos, los abrazos, las frases amorosas a quienes nos rodean, estiman y cuidan.
A los que nos enseñan y aconsejan lo mejor, nos atienden en salas, clínicas y hospitales con esmero y desinterés.
Tener el corazón abierto para escuchar y atender diariamente reclamos de personas en situaciones vulnerables y peores que las nuestras.
Aportar lo poco o mucho que se pueda en causas justas, nobles y solidarias, siempre que sepamos que se les dará un uso correcto.
Intervenir en vecindarios, campos, pueblos, ciudades y países para que la PAZ sea siempre la bandera que nos cubra.
Detenernos ante cualquier minusválido, niño o anciano que requiera de ayuda urgente para superar sus calamidades.
Ayudar en todo lo que podamos a los nuestros, a los más cercanos y a los más necesitados de pan y abrigo, educación y salud.
Ayudar sin esperar a que nadie pida nada, a que nadie se arrodille o a que nadie suplique o apoye nuestras causas.
Aquí termino, y gracias por la paciencia de leernos, pues creo que, si iniciamos, o aumentamos, una, dos, tres, cuatro o cinco de las peticiones que señalamos en favor de otros, estaremos haciendo un servicio puntual al planeta.
Y a los que ya aportan a estas peticiones, nuestro saludo de corazón, pues son los verdaderos ‘dioses’, ‘revolucionarios’ e ‘insignes’ ciudadanos del mundo.