El Supremo brasileño lo declara culpable por intentar romper el orden democrático
Brasil.-Por primera vez en la historia de Brasil, un expresidente ha sido condenado por intentar un golpe de Estado. Jair Bolsonaro, quien gobernó el país entre 2019 y 2022, fue sentenciado este jueves a 27 años y tres meses de cárcel por el Tribunal Supremo. La decisión, aprobada por cuatro votos a favor y uno en contra, marca un giro contundente en el futuro político del exmandatario, ya bajo arresto domiciliario y monitoreado con una tobillera electrónica.
La Sala Primera del Supremo consideró que Bolsonaro no solo participó, sino que lideró una red organizada con fines golpistas tras su derrota electoral frente a Luiz Inácio Lula da Silva en 2022. Se le atribuyen cinco delitos: organización criminal armada, tentativa de abolición violenta del Estado democrático de derecho, golpe de Estado, daño calificado por violencia y amenazas graves, y deterioro del patrimonio público.
La condena no recae solo sobre él. Otras siete figuras clave del entorno bolsonarista también fueron halladas culpables por su papel en la trama que buscaba desconocer los resultados de las elecciones. Entre ellos, destacan el exministro de Defensa Paulo Sergio Nogueira y el exministro de Justicia Anderson Torres, ambos señalados como piezas fundamentales en el intento de desestabilizar el orden constitucional.
El fallo llegó tras tres intensos días de votación. El juez Alexandre de Moraes, relator del caso y figura central en la investigación, dejó claro que los actos del 8 de enero de 2023, cuando manifestantes tomaron y destruyeron las sedes de los Tres Poderes en Brasilia, no fueron una protesta espontánea. “No fue un domingo en el parque ni una visita a Disney”, dijo con ironía. Para él, lo ocurrido fue parte de un plan meticuloso con respaldo logístico y liderazgo político.
La jueza Cármen Lúcia, el ministro Flávio Dino y el presidente del panel, Cristiano Zanin, respaldaron el voto de Moraes. Zanin, último en emitir su posición, sostuvo que las pruebas demuestran una clara intención de romper el orden democrático mediante el uso deliberado de las Fuerzas Armadas.
El único voto disidente fue el del juez Luiz Fux, quien argumentó a favor de la absolución de algunos acusados, incluido el propio Bolsonaro. Aun así, su postura quedó en minoría.
Con la votación concluida, el tribunal entra ahora en la etapa de sentencia individual para los condenados, donde se afinarán los años de prisión según el nivel de participación de cada uno.
Este fallo representa un antes y un después en la historia política brasileña. El mensaje del Supremo es claro: la democracia no es negociable, y quienes intenten quebrantarla, incluso desde lo más alto del poder, enfrentarán las consecuencias. Mientras tanto, Bolsonaro queda fuera del tablero político y enfrenta un futuro judicial que apenas comienza.