La FAA suspende los vuelos comerciales y menciona el riesgo de grupos criminales.
La crisis de seguridad en Haití ha alcanzado una nueva dimensión, afectando incluso al espacio aéreo. La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) ha renovado la prohibición de los vuelos comerciales de su país a Puerto Príncipe, una medida que se extiende ahora hasta el 7 de marzo del próximo año.
La decisión, que debía expirar en los próximos días, es un claro reflejo del deterioro de la situación en la capital haitiana, a pesar de la presencia de una fuerza multinacional liderada por Kenia.
La FAA no ha dejado lugar a dudas sobre las razones de esta drástica medida. La agencia ha justificado la prohibición citando la reciente designación por parte del Departamento de Estado del grupo criminal Viv Ansanm como una organización terrorista extranjera. Esta etiqueta, lejos de ser un mero formalismo, ha elevado el nivel de alerta y preocupación de las autoridades estadounidenses.
El argumento de la FAA es contundente: las bandas armadas en Haití siguen representando una amenaza significativa, incluso en áreas cercanas al aeropuerto. La agencia ha señalado que estos grupos criminales tienen acceso a armas capaces de impactar en aviones que vuelen a baja altura, lo que aumenta de manera considerable los riesgos para la seguridad de la aviación.
En un país donde el caos y la violencia se han apoderado de las calles, el riesgo de un ataque aéreo no es una posibilidad remota, sino una amenaza real que ha llevado a las autoridades estadounidenses a tomar cartas en el asunto.
La medida tiene un impacto directo en las aerolíneas estadounidenses, que ahora tienen prohibido volar por debajo de los 10 mil pies en el espacio aéreo de Puerto Príncipe. También, la suspensión de los vuelos comerciales es un duro golpe para la economía haitiana, que ya se encuentra en un estado de colapso.
El aeropuerto, que es una de las pocas vías de conexión de Haití con el resto del mundo, ahora enfrenta una reducción en el tráfico aéreo, lo que agrava la situación humanitaria y económica.
El temor de la FAA es comprensible. En un país donde las bandas controlan gran parte del territorio y operan con impunidad, un ataque a un avión podría ser devastador, con un alto costo en vidas humanas y un impacto en la aviación internacional.
La prohibición es, por lo tanto, una medida de precaución que busca evitar una tragedia. Sin embargo, también es un recordatorio de que la crisis en Haití no se limita a sus fronteras terrestres, sino que se ha extendido al aire, poniendo en peligro no solo a los haitianos, sino también a los ciudadanos y empresas de otros países.
La decisión de la FAA es un reflejo de la gravedad de la situación en Haití, y una señal de que la comunidad internacional sigue sin encontrar una solución efectiva a la crisis.
La prohibición de los vuelos es una medida extrema que subraya la incapacidad de las fuerzas de seguridad locales y de la fuerza multinacional de garantizar un mínimo de estabilidad. El futuro de Haití, al menos por ahora, parece estar en el aire, y no precisamente de la mejor manera.
