Tiempo para saber si esta democracia se construirá sobre árboles y frutales.
Hace tiempo, muchos años, que esperamos saber cuándo llegará el tiempo del olvido, el tiempo de ‘parar’, el tiempo de dormir tranquilo.
Para dejar de leer a falsos apóstoles, de escuchar ‘bocinas’ ardientes a los oídos, o de verlos diariamente en la televisión, ricos y poderosos, burlándose de los ciudadanos.
Hace tiempo que esperamos saber cuándo llegará el olvido para dejar de desayunar, almorzar o cenar, oyendo, viendo o leyendo a esos bandidos.
A esos amantes del mal y del dinero, del descaro y la delincuencia, a los amantes del ‘buen decir’ solo para sus propios beneficios y bolsillos.
Hace tiempo que esperamos ver llegar el tiempo en que la gente honesta, común, preparada y con ideas altruistas, sea reconocida, imitada y alabada en una sociedad más solidaria y humana.
Gente que no sea atacada, denigrada y acusada falsamente por ignaros y engreídos que de nada saben y de todo hablan, que cambian de ‘chaqueta’ y hasta de sexo tras sus ingratas apetencias. Gente llena de odio hacia los demás, que se corrompe para seguir existiendo en la ‘palestra’ pública.
Profesionales enemigos de la ética, de la moral y de las buenas costumbres, esos que divulgan todo sin investigar nada, y a quienes poco les importa manchar nombres y apellidos.
Hace tiempo que esperamos saber cuándo llegará el olvido, para no ver, escuchar ni leer a personajes indignos despotricar a diario en contra de ciudadanos probos y de damas sin manchas, en una sociedad que parece estar llena de seguidores de múltiples vicios.
Tiempo para saber si esta democracia se construirá sobre árboles y frutales, y no sobre edificios y malas costumbres.,sobre la fe que salva y no sobre migajas y desperdicios.
Para saber si como en otras sociedades e imperios se impondrá el maleficio, el desorden, la desigualdad e inhumanidad, sepultando las libertades, los derechos y las ansias más nobles de los vivos.
Hace tiempo que anhelamos el olvido, para no continuar observando el espectáculo indigno de ver y escuchar a hombres y mujeres sin calidad familiar, moral ni profesional ‘acabar’ a quienes no comulgan con sus asqueantes apetitos.
Hace falta tiempo y valor para enfrentar a esos malvados que tanto critican, sin aportar una gota de sudor humano o una prueba, sin pensar el daño que hacen a otros.
Tal vez es tarde y muy difícil de lograrlo, pero yo espero que ningún verdadero intelectual, periodista, comentarista o comunicador sirva jamás a intereses sociales tan denigrantes.
Hace tiempo, muchos años, que esperamos saber cuándo llegará el tiempo del olvido, el tiempo de ‘parar’, el tiempo de dormir tranquilo.