Un estudio de la OMS revela que 1 de cada 100 muertes en el mundo es por suicidio, mientras los trastornos mentales se disparan.
El mundo está perdiendo la batalla contra el suicidio y los trastornos mentales. Un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revela una realidad sombría: una de cada 100 muertes en el planeta es un suicidio.
Con 727,000 personas quitándose la vida cada año, el problema es mucho más grave de lo que la sociedad está dispuesta a enfrentar. Por cada vida que se pierde, se estima que hay al menos 20 intentos fallidos, lo que subraya la magnitud de la desesperación que afecta a millones de personas, recoge IPS.
El suicidio no discrimina. Es una de las principales causas de muerte entre los jóvenes de todo el mundo. De las casi 730,000 muertes por suicidio registradas en 2021, 170,000 fueron de personas entre los 10 y 29 años.
En el grupo de 30 a 49 años, la cifra escaló a 225,000, un indicador de que la crisis de salud mental no respeta la edad, el nivel de ingresos ni el desarrollo de un país.
A pesar de una ligera disminución del 35 % en las tasas de suicidio entre 2000 y 2021, la OMS advierte que el progreso es demasiado lento para cumplir los objetivos de reducción para 2030.
De hecho, la proyección es desalentadora: en los próximos cinco años, la cifra solo se reducirá un 12 % si las tendencias actuales persisten.
El estudio subraya que el suicidio es solo la punta del iceberg. Más de 1,000 millones de personas en el mundo sufren de algún trastorno mental. La ansiedad y la depresión se han convertido en epidemias silenciosas que afectan a todas las comunidades, sin distinción.
El suicidio no discrimina. Es una de las principales causas de muerte entre los jóvenes de todo el mundo. De las casi 730,000 muertes por suicidio registradas en 2021, 170,000 fueron de personas entre los 10 y 29 años.
Pero no solo eso, patologías como la esquizofrenia y el trastorno bipolar no solo causan sufrimiento, sino que también reducen drásticamente la esperanza de vida.
La falta de inversión en salud mental es alarmante. A nivel global, apenas el 2% del gasto público en salud se destina a esta área, una cifra que no ha cambiado desde 2017.
Las disparidades son abismales: mientras los países ricos gastan 65 dólares per cápita, las naciones más pobres solo invierten unos pocos centavos. Este déficit se refleja en el personal: en muchas partes del Sur Global, la proporción de profesionales de la salud mental es prácticamente cero, dejando a millones de personas sin acceso a la ayuda que necesitan.
Aunque la OMS celebra que más del 80 % de los países tienen iniciativas de promoción de la salud mental, el avance es lento. La dependencia de los hospitales psiquiátricos es aún muy alta, y casi la mitad de los ingresos son involuntarios.
En un mundo donde la depresión y la ansiedad le cuestan a la economía un billón de dólares al año, invertir en salud mental no es solo una cuestión de humanidad, sino también una decisión económica inteligente.
La OMS presentará este informe en una reunión de la ONU en 2025, con la esperanza de que los líderes mundiales por fin tomen en serio este desafío urgente.