La cifra sube mientras las réplicas complican el rescate.
La cifra de muertos por el devastador terremoto que sacudió el este de Afganistán el pasado domingo no deja de crecer. Las autoridades talibanes han confirmado que el número de víctimas fatales ya supera las 2,200, una tragedia que se agrava día a día, mientras los equipos de rescate luchan por llegar a las zonas más remotas.
Por si fuera poco, nuevas réplicas, incluido un sismo de magnitud 4.7, están complicando aún más las labores de búsqueda.
El viceportavoz del Emirato Islámico de Afganistán, Hamdulá Fitrat, fue el encargado de actualizar el balance, confirmando 2,205 fallecidos y 3,640 heridos. En su comunicado, Fitrat señaló que "cientos de cadáveres" han sido recuperados de las ruinas de viviendas en localidades como Mazar-e-Dara y Deua Gul Dara.
La tragedia humana es inmensa y, con los equipos de rescate aún en la zona, se teme que el número de muertos continúe en aumento.
Los esfuerzos de rescate son un desafío titánico. La región es remota y el acceso es complicado, pero las continuas réplicas, como la confirmada por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) al este de Jalalabad, no hacen más que aumentar el riesgo para los socorristas y los damnificados.
Hasta el momento, no hay detalles sobre nuevos daños o víctimas por este último temblor, pero la tensión en la zona es palpable.
A pesar de la magnitud de la catástrofe, las autoridades talibanas aseguran que la respuesta humanitaria está en marcha. Han levantado tiendas de campaña para dar cobijo a los desplazados y están ofreciendo atención médica "de forma sistemática".
Sin embargo, la infraestructura de la región y la fragilidad del gobierno talibán plantean serias dudas sobre la capacidad de respuesta a largo plazo.
Este terremoto de magnitud 6 en la escala de Richter es solo un nuevo golpe para un país ya devastado por años de conflicto. La tragedia se suma a una crisis humanitaria y económica que ha dejado a millones de afganos en la miseria.
Las imágenes de los poblados reducidos a escombros y la desesperación de los sobrevivientes son un recordatorio brutal de la vulnerabilidad de la población ante los desastres naturales.
La situación actual exige una respuesta coordinada y masiva, no solo de las autoridades locales, sino de la comunidad internacional, para evitar que la cifra de muertos siga subiendo. Con datos de Europa Press.