La renuncia de Francisco Alberto Caamaño, es considerado un acto de dignidad y patriotismo para la historia dominicana.
SANTO DOMINGO—Hace 60 años, el 3 de septiembre de 1965, el presidente constitucional en armas, Francisco Alberto Caamaño Deñó, protagonizó un momento que sigue resonando en la historia dominicana. En la Fortaleza Ozama, presentó su renuncia ante el Congreso Nacional para facilitar un acuerdo de conciliación y poner fin a la guerra de abril. Este hecho, un gesto de dignidad y patriotismo, fue recordado por la Comisión Permanente de Efemérides Patrias.
Para Juan Pablo Uribe, presidente de la comisión, esta fecha es una "insignia de memoria contra el olvido". En un acto conmemorativo, Uribe proclamó que "el discurso y la postura del presidente Caamaño se fundieron en un monumento a la dignidad, la gallardía, el honor y el patriotismo, esculpido en el bronce inmarcesible de los héroes de leyenda".

Indicó que este evento no solo honra a Caamaño, sino a todos los que defendieron el orden constitucional tras el golpe de Estado de 1963.
Durante la ceremonia, se entregaron Medallas Conmemorativas del 60 aniversario de la Revolución Constitucionalista a varios combatientes, un justo reconocimiento a su participación en la gesta.
Entre los galardonados estuvieron los comandantes Rafael Gamundi Cordero, Rafael "Cocullo" Báez Pérez y Andrés Dirocié Montás. También fueron reconocidas personalidades e instituciones como Jottin Cury (hijo), Eulalia Flores, la Academia Dominicana de la Historia, el Instituto Duartiano y el Museo de la Fortaleza Ozama.
En un ambiente de emoción y camaradería, los presentes recordaron la importancia de mantener viva la historia. Ana Cristina Martínez, Andrés Dirocié, Rafael Gamundi y Rafael "Cocullo" Báez tomaron la palabra, compartiendo sus vivencias y la trascendencia de la Revolución de Abril.
El evento, que congregó a figuras de la política, la cultura y la historia, como Rafael Fafa Taveras, el ministro Roberto Fulcar y la familia de Caamaño, demostró que, a pesar del paso del tiempo, el legado de la guerra de abril y el gesto de Caamaño siguen siendo un faro para el pueblo dominicano.
Es un recordatorio de que los grandes sacrificios por el honor y la democracia no se olvidan, sino que se graban en la memoria colectiva para inspirar a las futuras generaciones.