El dominicano lideró la remontada de los Mets con poder y precisión Juan Soto enciende septiembre con un grand slam y seis impulsadas
DETROIT – Si agosto fue brillante, septiembre arrancó en llamas para Juan Soto. El cañonero dominicano se encargó de prenderle fuego al Comerica Park la tarde del lunes, con una actuación que llevó a los Mets a una victoria de 10-8 sobre los Tigres, y que dejó claro que su madero sigue en modo demoledor.
Soto no solo fue el protagonista, fue el golpe de efecto. En el cuarto episodio, con las bases llenas y dos outs, cazó una curva que no debió existir y la mandó a volar como si el juego dependiera de ello —porque en realidad, sí dependía. Era su segundo grand slam en Grandes Ligas, pero lo ejecutó con la soltura de quien ya ha vivido mil veces ese momento.
La escena fue clara: cuenta de 1-2, Charlie Morton en la loma, ya había salido de aprietos antes obligando a los Mets a perseguir curvas fuera de la zona. Pero cometió el error que ningún lanzador puede darse el lujo de cometer: dejarle una curva colgada, justo por el centro, a uno de los bateadores más peligrosos de la liga. Soto no perdonó.
La bola voló 419 pies, con una velocidad de salida de 108 millas por hora, directo al territorio prohibido entre el jardín derecho y el central. Un misil. El dominicano se quedó de pie unos segundos, siguiendo la trayectoria como quien sabe que ha hecho algo grande. Luego, el gesto típico: mover el bate de un lado a otro con firmeza. Fue su cuadrangular número 36 de la temporada.
Pero la historia no terminó ahí. En el sexto inning, con el juego aún apretado, Soto volvió a aparecer. Esta vez conectó un triple que limpió las bases, empujando dos carreras más para llegar a seis impulsadas en la tarde. Con eso empató su marca personal, establecida casi exactamente un año antes, el 17 de septiembre de 2023, cuando vestía el uniforme de los Padres y castigaba a los Atléticos en Oakland.
El juego, en general, fue un ida y vuelta caótico. Los Tigres intentaron de reaccionar, pero nunca pudieron reponerse del golpe emocional —y numérico— que representó el bombazo de Soto. Morton, que había manejado bien las primeras entradas, se desmoronó tras ese lanzamiento, y Detroit no tuvo respuestas suficientes en el bullpen.
Soto, por su parte, sigue haciendo lo que se espera de él: producir, intimidar y definir partidos. En el momento clave, con el conteo en contra y el estadio encendido, respondió con una clase magistral de poder y oportunidad. Así empieza septiembre para los Mets y para Juan Soto: con autoridad.