La edición 31 rinde homenaje a la maestra Elsa Núñez y premia a Lucía Méndez con el Gran Premio
La explanada del Museo de Arte Moderno (MAM), en plena Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte, se convirtió este sábado en el epicentro del arte dominicano. Allí, bajo un cielo que parecía sumarse a la celebración, el ministro de Cultura, Roberto Ángel Salcedo, encabezó la inauguración de la trigésima primera edición de la Bienal Nacional de Artes Visuales, el evento más importante de las artes plásticas del país.
El acto estuvo marcado por un homenaje sentido a la artista Elsa Núñez, figura fundamental del arte contemporáneo nacional, a quien se dedica la presente edición. Núñez, con más de seis décadas de trayectoria, fue reconocida con una placa que destaca una obra intensa, cargada de poesía, compromiso social y una mirada estética única.
“Queremos que el arte dominicano siga creciendo y proyectándose”, expresó el ministro Salcedo, quien adelantó que propondrá al Poder Ejecutivo la creación de un comité permanente de la Bienal para dar continuidad y estabilidad a su organización. También anunció que para 2027 se incrementarán los premios, una medida que busca incentivar aún más la participación de los artistas.
Visiblemente emocionada, Elsa Núñez agradeció el tributo. “Este reconocimiento premia un camino recorrido, con luces y sombras. El arte es una forma de resistencia, de nombrar lo que duele y lo que arde”, dijo ante un público que la aplaudió de pie. Para la creadora, la Bienal representa un espacio de búsqueda constante, de rupturas y renacimientos.
La ceremonia continuó con la entrega de los galardones, decisión que recayó en un jurado compuesto por Raúl Morilla, Lillian Carrasco y Hiromi Shiba. En sus palabras, Morilla destacó que la selección se centró en la excelencia formal y conceptual, así como en la capacidad de las obras para cuestionar la realidad y enriquecer el panorama artístico del país.
El Gran Premio, dotado con un millón de pesos, fue otorgado a Ritual de sanación, de la artista Lucía Méndez Rivas, pieza que deslumbró al jurado por su fuerza simbólica y su propuesta estética.
Otros nueve artistas recibieron galardones de RD$300,000 cada uno: David Pérez por su escultura Lo que se saca de raíz vuelve a crecer; Fued Yamil Koussa con la fotografía Alain; Jessica Fairxax Hirst por la instalación Botiquín de abstinencia; José Levi con Mambo apocalíptico (el merengue del tardígrado); José Morbán con la pintura Feria 2025; el colectivo Modafoca con la instalación El lector; Pedro Troncoso por su dibujo Raíces sin semillas; Soraya Abu Nabaá con la instalación Palo vivo: entre raíces y memorias y Yéssica Montero por su pintura El sueño de la libélula.
El jurado también otorgó dos menciones honoríficas: a Noa Balle por su instalación Pendientes: estudios performáticos sobre la normatividad cinética y a Ramón Pacheco por la pintura La anunciación.
En total, la Bienal recibió 609 propuestas, de las cuales 210 fueron seleccionadas para exhibición. Cada obra, con su estilo y lenguaje propio, aporta a un diálogo diverso que refleja la vitalidad del arte dominicano actual.
Desde su fundación en 1942, la Bienal Nacional de Artes Visuales ha sido un faro para el arte en República Dominicana. Esta nueva edición no solo reafirma ese legado, sino que lo actualiza con un enfoque crítico y contemporáneo. En palabras de muchos de los presentes, la Bienal sigue siendo un espacio de memoria e identidad, pero también una ventana hacia el futuro.
