La tragedia mantiene consternado al Ensanche Isabelita
El Ensanche Isabelita, en Santo Domingo Este, amaneció bajo un manto de silencio y consternación tras la tragedia que sacudió la noche del domingo. Una mujer de 36 años, identificada como Pennsylvania Mercedes Jiménez Valdez, envenenó a sus tres hijos y posteriormente se quitó la vida con la misma sustancia.
Los fallecidos son dos niños y una niña de 7, 9 y 11 años, quienes murieron dentro de su propia casa, donde residían junto a su madre y su pareja. El hecho, según confirmaron las autoridades, estremeció incluso a los investigadores más experimentados por la crudeza de la escena.
Cómo ocurrió la tragedia
De acuerdo con el informe preliminar de la Policía Nacional, Jiménez Valdez mezcló un veneno en un jugo que sirvió a sus hijos. Los pequeños murieron tras ingerirlo. Luego, ella misma tomó la sustancia para acabar con su vida.
Los cuerpos de los niños fueron encontrados sobre una cama, mientras que el de la mujer apareció en otra habitación. La escena fue descrita por las autoridades como un cuadro “desgarrador y difícil de asimilar”.
El posible móvil
Aunque aún no hay conclusiones oficiales, versiones recogidas en la comunidad indican que la mujer atravesaba un conflicto personal con su pareja. Vecinos señalaron que los celos pudieron ser el detonante.
El hombre habría salido temprano de la casa y no regresó en todo el día. Las autoridades mantienen abiertas las investigaciones para confirmar las circunstancias reales.
Una comunidad en shock
La noticia corrió rápido en el barrio. Entre lágrimas, vecinos describieron a los niños como “alegres, estudiosos y cariñosos”. Una vecina comentó que los veía cada mañana camino a la escuela y que jamás imaginó un final tan trágico para ellos.
“Esto ha dejado a todo el sector en shock. Nadie entiende cómo pudo pasar”, expresó otro residente del Ensanche Isabelita.
Los cuerpos fueron trasladados al Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) para la realización de las autopsias. Posteriormente serán entregados a sus familiares, quienes enfrentan un dolor difícil de dimensionar.
Una herida social
En el Ensanche Isabelita, la rutina quedó suspendida. Las calles que normalmente resuenan con las voces de los niños se convirtieron en un espacio de murmullos y rostros desconcertados. La tragedia no solo arrebató cuatro vidas, sino que dejó una marca imborrable en toda la comunidad.
La investigación oficial sigue en curso, pero, más allá de las explicaciones que se logren establecer, el dolor y la incredulidad permanecerán. En Santo Domingo Este, nadie encuentra palabras suficientes para explicar lo ocurrido.