Estudio revela cómo el calor extremo aumenta ozono y partículas dañinas
Las olas de calor no solo elevan los termómetros y ponen en jaque al cuerpo humano. También alteran la atmósfera, incrementando contaminantes invisibles que vuelven el aire más peligroso de respirar. Esa es la principal conclusión de un estudio realizado por el Centro de Química Atmosférica y Medio Ambiente (CACE) de la Universidad Texas A&M, cuyos resultados fueron presentados en la reunión anual de la American Chemical Society (ACS).
El equipo de investigadores desarrolló un experimento durante la ola de calor de agosto de 2024 en Texas. Entre el 5 de agosto y el 3 de septiembre, recolectaron muestras de aire en College Station, donde las temperaturas oscilaron entre los 32 y 41 grados Celsius.
El trabajo de campo se realizó en ausencia de incendios forestales cercanos, lo que permitió aislar los efectos del calor extremo sin interferencias de humo.
Un laboratorio a cielo abierto
Los especialistas analizaron contaminantes clave para la salud pública, como óxidos de nitrógeno, ozono, compuestos orgánicos volátiles (COV) y nanopartículas. Para ello emplearon tecnología de última generación, entre ella un espectrómetro de masas de tiempo de vuelo por reacción de transferencia de protones (PTR-ToF-4000).
“Es como una nariz supersensible”, explicó la investigadora Blanca Pamela Aridjis-Olivos, autora principal del estudio. Este dispositivo permite detectar compuestos volátiles, identificarlos y pesarlos en tiempo real, ofreciendo un mapa preciso de lo que ocurre en la atmósfera bajo condiciones extremas.
Árboles que liberan más emisiones
Los resultados encendieron las alarmas. Durante la ola de calor, se registraron niveles elevados de ozono, nanopartículas ácidas y COV oxigenados, todos asociados a riesgos respiratorios y cardiovasculares.
Un hallazgo inesperado fue la mayor emisión de compuestos por parte de los árboles, en especial isopreno, un gas natural liberado por especies como los robles. “Lo sorprendente fue comprobar cómo las emisiones de los árboles aumentan con el calor e interactúan con otras sustancias”, explicó Aridjis-Olivos.
Por sí solas, estas emisiones no son dañinas, pero en presencia de radiación solar intensa reaccionan con contaminantes urbanos y generan ozono y aerosoles secundarios que afectan la salud pública.
Cómo protegerse en medio del calor extremo
Mientras los científicos procesan más datos de su trabajo de campo, recomiendan a la población medidas prácticas para reducir la exposición a la contaminación durante olas de calor:
- Evitar actividades al aire libre entre el mediodía y las 4:00 p. m., cuando la radiación y los niveles de ozono alcanzan su punto máximo.
- No ejercitarse cerca de carreteras o zonas congestionadas en días de calor extremo.
- Monitorear el índice de calidad del aire y adaptar las actividades en función de sus niveles.
- Mantener las ventanas cerradas para limitar la entrada de contaminantes.
Los investigadores insisten en que estas recomendaciones son solo un paliativo. El verdadero desafío, subrayan, es entender cómo el cambio climático está transformando la química atmosférica para predecir con mayor precisión la formación de contaminantes y diseñar políticas públicas que reduzcan sus efectos sobre la salud.