El MAS se desploma y Doria Medina respalda a Paz para la segunda vuelta
Bolivia ha dado un giro inesperado. Contra todos los pronósticos, Rodrigo Paz Pereira, candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC), se ha colocado al frente de la primera vuelta de las presidenciales, dejando atrás al expresidente Jorge “Tuto” Quiroga y firmando el acta de defunción política del Movimiento al Socialismo (MAS).

Con el 92 % del escrutinio ya procesado, Paz alcanza el 32 % de los votos, seguido de cerca por Quiroga, de Alianza Libre, que roza el 27 %. Ambos se verán las caras en una segunda vuelta programada para el próximo 19 de octubre. Una batalla política que, a estas alturas, ya no parece sólo entre dos candidatos, sino entre dos visiones completamente distintas de país.
El empresario Samuel Doria Medina, tercero con poco más del 20 %, ha decidido no esperar ni un minuto para tomar postura: apoyará a Paz Pereira. “Dije que si no pasaba a segunda vuelta, apoyaría al primero, siempre que no fuera del MAS. Hoy reafirmo mi palabra”, declaró Doria Medina en una comparecencia en la que asumió su derrota con tono sereno, pero también con un mensaje claro de unidad frente al oficialismo.
Su apoyo no es menor. Doria Medina tiene estructura, recursos y una base electoral sólida en varias regiones urbanas. Su decisión puede terminar de inclinar la balanza en una segunda vuelta que ya se perfila tensa, incierta y determinante.
El MAS se hunde y el mapa político se reorganiza
Pero si hay algo que ha marcado esta elección es el colapso del MAS. El partido que gobernó Bolivia durante casi dos décadas ha quedado reducido a una sombra de lo que fue. Eduardo del Castillo, su candidato, respaldado por el presidente Luis Arce, apenas alcanzó un 3 % de los votos. Ni siquiera logró superar a figuras como Andrónico Rodríguez (8 %) o Manfred Reyes Villa (7 %), lo que subraya la magnitud del desplome.
Para un partido que llegó a tener mayorías absolutas y arrasaba en zonas rurales, este resultado es una señal de agotamiento, de fracturas internas que nunca se cerraron tras la salida de Evo Morales. El MAS no solo perdió apoyo; perdió rumbo, narrativa y liderazgo.
Las otras candidaturas —Johnny Fernández, Pavel Aracena— apenas rascaron un 1,6 % cada una. Son nombres que probablemente no volverán a sonar en la próxima fase del proceso.
Una elección con sabor a bisagra histórica
Más de 7,9 millones de ciudadanos estaban convocados a votar en unos comicios cargados de tensión, pero también de expectativas. Bolivia está exhausta después de años de polarización, crisis económica, inestabilidad y desgaste institucional. En ese contexto, Rodrigo Paz ha sabido captar el desencanto y transformarlo en propuesta. Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, su figura combina experiencia política con un discurso de renovación que ha calado, sobre todo, entre jóvenes urbanos y sectores medios.
Tuto Quiroga, por su parte, sigue siendo una figura con arrastre en sectores conservadores y del oriente boliviano. Su perfil internacional y su experiencia en política exterior podrían jugarle a favor en una segunda vuelta. Pero el viento, por ahora, sopla en dirección de Paz.
La segunda vuelta no será solo una elección entre dos candidatos. Será un referéndum sobre el futuro inmediato del país: continuidad o cambio real, liderazgo tradicional o nuevos rostros, pasado conocido o incertidumbre con horizonte.
Rodrigo Paz ya ha demostrado que puede sorprender. Ahora tiene que demostrar si puede ganar.